«El bisnieto de Churchill me llama bisabuelo»

TEXTO: MARÍA ESTÉVEZ

FUGAS

DANNY MOLOSHOK

Es uno de los actores más camaleónicos de Hollywood, pero este reto era rizar el rizo. Sin embargo, Oldman ha conseguido convertirse en Churchill y caminar con paso firme hacia el Oscar

12 ene 2018 . Actualizado a las 05:10 h.

Gary Oldman (New Cross, Inglaterra, 1958) acaba de ganar un Globo de Oro por su papel de Winston Churchill en El instante más oscuro y se postula ahora para conquistar su primer Oscar. El actor británico, que tiene en sus vitrinas dos premios Bafta, y un Empire por su carrera cinematográfica, solo había sido candidato una vez a los galardones de la Academia de Hollywood: en el 2012 por El topo. Como él mismo reconoce, este último trabajo va a relanzar su carrera. En la película de Joe Wright (Anna Karenina o Hanna) que se estrena este fin de semana, Oldman revive el momento en el que el político británico accedió al cargo de primer ministro en plena Segunda Guerra Mundial y las difíciles decisiones que tuvo que tomar. Sobre todo, una: ¿firmar la paz con Alemania o luchar por la libertad de Europa? La crítica, unánime, se ha deshecho en elogios ante su interpretación del líder inglés.

-¿Qué ha significado para usted interpretar el personaje?

-Cuando representas un personaje tan familiar y real, que tiene familia viva, hay una cierta responsabilidad. Pero la familia de Churchill ha visto este filme y ha abrazado el retrato que hemos hecho. Su bisnieto me llamaba bisabuelo en el rodaje [risas]. Mi madre, que tiene 98 años, me ha contado muchas historias sobre Churchill. Mi padre formó parte de la Royal Navy, peleó en el norte del Atlántico y en Okinawa, regresó en 1948. Cuando mi madre me llevaba al colegio con 4 años, había casas derruidas por las bombas alemanas. Quiero decir con estas anécdotas que la historia no es extraña, aunque para mis hijos sea una historia antigua.

-¿Le costó meterse en la piel del primer ministro?

-Es un papel único, un regalo para cualquier actor, igual que interpretar el Rey Lear de Shakespeare. Soy un actor preparado en el teatro que ama las palabras, los diálogos, y cómo una narración puede cambiar la perspectiva de la audiencia. Pero en el teatro uno no tiene la oportunidad de llegar tan lejos como una película, así que tener la oportunidad de dar vida a un papel como este en pantalla es algo extraordinario. Me siento orgulloso de haberlo interpretado y conseguir premios gracias a él. Sin embargo, debo reconocer que ha sido el trabajo más duro que he hecho nunca como actor. Fue aterrador. Algunos días pensaba: «¿Cómo he podido meterme en esto?». No solo por el aspecto físico del papel, también por la figura icónica de la que se trata. Había miedo. Pero una vez que empecé a descubrir quién era ese hombre, lo disfruté más que ningún otro papel en mi vida.

-¿Qué impacto tuvo en usted?

-Hay ciertas figuras en la historia que son indispensables. Y Churchill es el inglés más importante de la historia. Nuestro mundo no sería el mismo sin su presencia y sus decisiones. Con errores, por supuesto, fue capaz de liderar al país y enfrentarse a Hitler. Sin Churchill nuestra sociedad sería muy diferente.

-¿Qué ha descubierto de él a la hora de preparar su personaje?

-Churchill era principalmente un escritor, escribió más palabras que Shakespeare y Dickens juntos. Si ves los volúmenes que escribió sobre su ancestro el duque de Marlborough, descubres su talento. Mi curiosidad hacia el personaje, mi interés por él, no termina con este filme. Voy a seguir aprendiendo sobre este hombre en los años venideros porque me interesa conocerle.

--Usted ha unido su voz contra los abusos sexuales. ¿Qué opina sobre este escándalo?

--Cuando se supo el asunto de Harvey Weinstein, me quedé alucinado. Yo le conocí en 1992 y me dio mala espina. Desde entonces, nunca he querido trabajar con él y nunca lo hice. Jamás he protagonizado una película de Weinstein. Cuando el telón cayó, lo vi como una evolución.

-Dicen que siempre lleva un talismán en su bolsillo.

-Es un libro con el discurso de Churchill después de la batalla de Dunkerque. Mi mujer me lo dio para darme suerte y así ha sido.