Laura Dern, el despertar de la musa onírica de los ochenta

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El año que termina quedará marcado en la filmografía de la actriz como uno de los mejores. La nueva heroína galáctica regresa con fuerza a las pantallas y se ha ganado a público y crítica gracias a su papel en «Star Wars: Los últimos jedi»

29 dic 2017 . Actualizado a las 20:28 h.

Las cifras redondas suelen asumirse como un punto de inflexión. En el mundo de Hollywood la triste y todavía rancia realidad es que si ese número es 50 y su protagonista es una mujer puede marcar el punto final de una carrera. Las intérpretes que acumulan papeles más allá de este umbral son la excepción. Laura Dern puede colgarse el cartel de conseguido, aunque ese no es su estilo. Tampoco las portadas alardeando de físico deslumbrante una vez superado el medio siglo. El 2017 ha sido el año de su cincuenta aniversario, pero también el de un regreso sublime.

Empezó con impulso. Aunque no aparece en el cartel de Big Little Lies, acaparado por el tridente Kidman, Witherspoon y Woodley, la potencia de Renata Klein, su personaje, le valió el Emmy a la mejor actriz secundaria. Cuando todavía digeríamos el inesperado y redondo final de la miniserie, de la que habrá segunda parte, Dern daba otra vez la campanada con uno de los estrenos más esperados de la temporada televisiva. La tercera entrega de Twin Peaks. Fue uno de los secretos mejor guardados del director. David Lynch, que confirmaba así su devoción por la actriz, le reservó el rol de Diane, la secretaria a la que siempre hablaba el detective Dale Cooper en las dos primeras temporadas, pero a la que nunca le habíamos puesto cara. Lo bueno se hace de rogar y para la recta final del año al que le decimos adiós reservaba una última sorpresa. Se ha ganado al público y a la crítica como la vicealmirante Amilyn Holdo en Star Wars: Episodio VIII - Los últimos Jedi.

Aunque suma otra película este 2017, Wilson, de Craig Johnson, las tres anteriores apariciones son la muestra de un año perfecto. Tal vez el mejor de su carrera. Lynch la eligió para Terciopelo Azul (1986) cuando ella apenas tenía 19 años y los ochenta marcaron su personalidad. El despegue de los noventa cerraba el ciclo: Corazón salvaje (1990), de nuevo bajo las órdenes de Lynch, Rambling Rose (1991), con nominación al Oscar incluida, y la superproducción de Steven Spielberg Jurassic Park (1993). Después los trabajos se fueron espaciando y hubo que esperar a casi el final del decenio para verla en títulos como Cielo de octubre (1999). Con la madurez de los cuarenta comenzaron a regresar las interpretaciones de peso, personajes difíciles y diversos, como los que ella prefiere. Por Alma salvaje (2014) estuvo de nuevo nominada al Oscar, esta vez como secundaria. No se descarta que le lluevan más galardones. Está doblemente nominada, al Globo de Oro y al premio del Sindicato de Actores, por su trabajo en Big Little Lies.

La cosecha de este ejercicio ha sido excelente, un «regalo a toda una vida», como confesó recientemente. Madre de dos hijos, también saca tiempo para el activismo político y varias causas humanitarias, además de defender el papel más difícil que tienen las mujeres en la meca del cine: reivindicarse a sí mismas. Hija de actores, debutó a los siete años y, en realidad, nunca dejaron de llamarla. Es una de las grandes secundarias, pero tampoco quiere encasillarse en ese segundo puesto. El regreso a Jurassic World III es uno de los proyectos que nos podría brindar la oportunidad de seguir disfrutando con ella en la gran pantalla.