Los karaokes caseros también amplían repertorio

Carlos Pereiro

FUGAS

ASDF

¿Quién no ha querido ser Adele, Jimi Hendrix o Shakira? Sacar al artista que uno lleva dentro puede ser el auténtico clímax de una gran fiesta. Los juegos de canto, instrumentos y baile lo saben, por eso año tras año se renuevan en canciones y fichan a los artistas de hoy, que previsiblemente serán los clásicos de mañana

29 dic 2017 . Actualizado a las 09:50 h.

Es un momento delicado, como poco. La canción comienza a sonar y de pronto solo queda por demostrar una cosa: ser mejor cantante que el amigo o familiar que uno tiene a su lado. Micrófono en mano, los karaokes en casa han sido un auténtico paraíso de egos y divertidos momentos. También han supuesto más de un quebradero de cabeza para el vecino que de hacer de jurado no dejaría títere con cabeza en ese salón convertido en escenario. Si uno no canta puede intentarlo con la guitarra, y si el ritmo lo posee de una manera endiablada, lo suyo es el baile.

En cierto modo, todo comenzó hace ya varios años gracias a la Play Station 2. Los juegos de SingStar se posicionaron como un auténtico éxito festivo en la consola de Sony. Sacaron ediciones pop, más roqueras, centradas en los años ochenta… Listas de éxitos que no tuvieran discusión alguna a la hora de proclamarse como hits. La cosa no ha cambiado demasiado, y a medida que han ido apareciendo nuevos juegos y plataformas para ser jugados, también se ha ido renovando el repertorio, cómo no. Hasta se dijo adiós a los micrófonos como periférico, ahora basta un móvil que pueda conectarse a la misma red Wi-Fi del hogar en cuestión. ¡Vanguardia tecnológica!

Hay que ser un valiente, pero sí, el Hello de Adele se encuentra dentro de la lista de canciones del último lanzamiento para hacer el karaoke en casa. También hay nombres más clásicos como U2 o Alejandro Sanz, o más novedosos como Morat. Para gustos colores, o más bien, micrófonos. Y sí, también se pueden adquirir canciones a través de la tienda online, así que la personalización de las listas para ser cantadas, a día de hoy, ya es total.

Es obvio que el canto no es para todos, por mucho que alguno se empeñe en creer que sí. Tener una guitarra de plástico con botones puede resultar extraño el principio, pero sacará la vena de héroe del instrumento a cualquiera que se vea tocando el solo de Layla o de Stairway to Heaven. No falla. Es cierto que no solo de clásicos vive el guitarrista, por ello la presencia de nuevos grupos y nuevos riffs guitarreros se ha ido asentando con los últimos lanzamientos.

MÁS BAILE

Ni guitarras, ni baterías digitales pueden competir con el éxito y la sencillez del canto, pero han aportado su grano de arena a la hora de que uno se sienta un virtuoso de la música por unos instantes.

Sí han ganado adeptos los juegos de baile. Consolas como Wii aportaron nuevas herramientas para que mover el esqueleto delante de una pantalla fuera tan divertido, o más, que dejarse la garganta (y ya de paso, una manera de ponerse en forma). Seguir los pasos de Beyoncé, o de PSY con su Gangnam Style, puede ser una auténtica locura de risas. También una demostración de porqué uno es el rey de la discoteca cuando llega la madrugada.

El videojuego Just Dance ha sido una revolución en la industria. Su edición para Nintendo Switch permite jugar en cualquier lado y en cualquier momento. Incluye éxitos tan modernos como Despacito, Shape of You, Naughty Girl o 24k Magic. Una pista de baile portátil en la que la única limitación es la vergüenza, aunque el poder demostrar que uno es mejor danzarín que su rival siempre anima a lucir los mejores pasos de baile.

Just Dance es una revolución en la industria, con sus grandes éxitos

¡CANTAR!

Medirse con un amigo, a ver quién tiene mejor voz, es un clásico de las fiestas. ¿Quién imita mejor a Adele y su ya mítico «Hello… It’s me»?

¡TOCAR!

Si uno quiere demostrar que es un «guitar hero» a la altura de Eric Clapton o Slash también puede. Eso sí, son más fáciles los botones que las cuerdas.

¡BAILAR!

El género consolero que lo peta en las fiestas. Mover el esqueleto al ritmo de los últimos éxitos podría ser casi un deporte de élite para algunos.