Redford y Fonda, un crepuscular tributo

JOSÉ LUIS LOSA

FUGAS

cedida

Con su reencuentro en «Nosotros en la noche», la Mostra les brinda el León de Oro honorífico a los dos animadores del totémico cine de los setenta

25 ago 2017 . Actualizado a las 09:28 h.

Robert Redford y Jane Fonda coincidieron por vez primera en una pantalla hace medio siglo, en la majestuosa película de Arthur Penn La jauría humana. Su presencia la semana próxima en la Mostra de Venecia, para recibir el León de Oro honorífico y presentar la que es su cuarto filme compartido, Nosotros en la noche, tiene mucho más calado que el del gran espectáculo de glamur y oropel crepuscular. Está en el ADN reciente de la Mostra un coherente e impagable apego por poner en valor esa edad de oro de la insurrección en el cine norteamericano que marca la década larga que va desde ese 1966 en que Arthur Penn dirige a Redford y Fonda hasta el momento en el cual la revolución autoral libertaria es sojuzgada y llega el reaccionario Termidor de la década de los 80. Así, en sus más recientes ediciones se ha reivindicado en el Lido, en memorables homenajes, a William Friedkin, Peter Bogdanovich, Brian de Palma o al ya desaparecido Michael Cimino. Y el festival acoge, en la sección oficial que comienza el jueves próximo, el más reciente filme del incombustible ave fénix Paul Schrader, First Reformed.

Comedia sentimental

El filme que llevará a Venecia a Fonda y Redford, los dos mayúsculos animales totémicos del Hollywood de los 70, es una comedia sentimental de amor en tiempos del cólera que dirige el indio Ritesh Batra. Pero el imaginario colectivo del tal como éramos de esta pareja está surcado por las tres ocasiones en que fueron pareja fílmica: la citada adaptación de la obra de Horton Foote y Lillian Hellman La jauría humana, aquel brutal regurgitado de los espectros de violencia supremacista del Profundo Sur donde compartían cartel con Marlon Brando y Angie Dickinson. También por la antipódica Descalzos por el parque, un risueño vodevil neoyorquino de Neil Simon que rodaron solo unos meses después.

Y en la más próxima en el tiempo El jinete eléctrico, la película maldita de Sydney Pollack, cuyo fecundo entendimiento a lo largo del tiempo con Redford no evitó que esta sátira sobre el fin de ciclo de un quijotesco veterano del rodeo deviniese veneno para la taquilla.

Es verdad que las ambiciones creativas del actor estaban a punto de dar un salto cualitativo, ya que con el batacazo en el box-office de El jinete eléctrico aún doliente, Redford daría el salto al otro lado de la cámara con el más celebrado debut tras la cámara de una estrella de Hollywood: Ordinary People, que le valdría el Oscar al mejor director y a la mejor película en 1980. A lo largo de esa década, los quilates de charme de su carrera como héroe bigger than life aún sostendrían parte del aura de los 70, gracias a Brubaker, Memorias de África y, en menor medida, a The Natural y Habana. A partir de ahí, su faceta de actor cedió de modo abrupto terreno a la de creador de Sundance y su aureola indie y a la de guadianesco director en cuya carrera destaca la magnitud de Quiz Show. No es casual que fuese en esta misma Mostra de Venecia donde se presentó la que es la hasta ahora última obra que lleva su firma,The Company You Keep (aquí traducida con necedad como Pacto de silencio), un insólito acercamiento al siempre silenciado activismo violento del grupo Weather Underground en los Estados Unidos nixonianos.

Valor emocional

Esa complicidad de Venecia -dilatada en el tiempo- con quienes protagonizaron el postrero motín de creatividad vivido en Hollywood es la que da a este revival del tándem Robert Redford-Jane Fonda en una pantalla y en el foro de un festival un valor emocional y sustantivo que lo eleva por encima de la huera e improductiva nostalgia del alcanfor y la limusina.