Crystal Fighters: Los hippies del siglo XXI vuelven a tocar en Galicia

FUGAS

Quieren recuperar el amor como mensaje principal de la música. Aspiran a empapar de positivismo a su audiencia. Y pretenden que su música tenga una relación directa con la tierra. Todo esto, sin pizca de cinismo y con un convencimiento total

31 jul 2017 . Actualizado a las 09:37 h.

Estuvieron el pasado mes de diciembre en A Coruña. Las entradas para su concierto en la sala Pelícano se agotaron con tanta rapidez que se tuvo que habilitar una segunda fecha. También se llenó. Quedaba claro ahí el poder de convocatoria de Crystal Fighters, una banda que ya se había podido ver en escenarios como la praza da Quintana y la sala Capitol de Santiago o el Auditorio do Mar de Vigo. Pero que esta vez llegaba con maneras de grupo grande. Unas 4.000 personas en total se pusieron a sus pies. O no. Más bien habría que decir que los cogieron de la mano. Porque lo de los británicos tiene más que ver con el «todos a una» que con el «aquí nosotros y ahí vosotros» de muchas de las estrellas del pop.

Tocaba presentar entonces Everything Is My Family (2016), su último trabajo. Y todo discurrió con esa corriente de positividad inherente al grupo. Vestidos con túnicas blancas, adornando las tablas con todo tipo de motivos vegetales, corriendo de un lado al otro e incitando a la gente. A cantar. A saltar. A vibrar. La sala se puso patas arriba. Sonaron temas como LA Calling, Love Natural o Good Girls, con esa irresistible mezcla de melodías, guitarras africanas y rítmica de baile. Ni un alma se resistió a sumarse a la fiesta. Ahí, prendados por la magia de su música y todo lo que ella transmite, no valía escudarse en los tópicos. Que si buenrollismo, que si hipsters, que si neohippies. Entre otras cosas, porque todo es verdad.

«La gente quiere disfrutar y vivir una vida larga y feliz»

«Nos sentimos como unos hippies del siglo XXI», afirmaban hace tres años en una entrevista a Fugas. Lo decía Sebastian Pringle, cantante, guitarrista y habitual portavoz de la banda londinense. La completan Gilbert Vierich (sintetizadores, guitarras y percusiones), Graham Dickson (guitarra y txalaparta), y las vocalistas Laure Stockley y Mimi Borelli. Juntos logran una de las experiencias más estimulantes del pop contemporáneo. «En directo vamos a por la sensación de completa vitalidad -aseguraba Sebastian en esa misma entrevista-. Es lo mismo que la gente busca cuando escucha música extrema, cuando vive de forma extrema, cuando practica deportes extremos... Esa válvula de escape es lo que nos hace conscientes de nosotros mismos».

Conexión total

Cuando decían esto el grupo venían con Cave Rave (2013) bajo el brazo. Sin embargo, el discurso no ha cambiado. Todo lo contrario: se ha sublimado. Preguntado por cómo se sentían en un gran recinto cuando miles de personas sintonizaban en la misma frecuencia, Sebastian decía emocionado: «¡Es una sensación alucinante! Te hace sentir vivo y positivo. Saber que tu música puede hacer que la gente se sienta mejor te llena de alegría. Un festival es un entorno increíble en el que la gente descubre música, interactúa y disfruta, y da igual en qué parte del mundo estés. Hay esa sensación de supervivencia. En España esto es muy potente, y eso es lo que sentimos cuando viajamos por el mundo con nuestros conciertos, vemos cómo la gente se descubre, descubre nuestro sonido y lo hace suyo».

ALEXANDRA WEY

En Castrelos no actuarán dentro de un festival. Pero lo harán ante una audiencia tan grande como muchos de ellos. Allí apelarán a ese pegamento espiritual que, desde su punto de vista, puede llegar a ser la música. «Creo que hace que la gente esté unida, bailando y cantando, dejándose llevar, entrando en contacto y tocándose. Es una especie de energía que está en la magia de la música, que hace que la gente conecte con nosotros y entre ellos».

Crystal Fighters han creado un discurso universal. Pese a tratarse de un grupo anglosajón en su música se reflejan múltiples aspectos de otras partes del mundo. En su nuevo álbum, por ejemplo, hay un tema, Simplecito, con recitado en castellano. «Son palabras que trajimos de Perú, donde estuvimos en unas clases de meditación -explica el cantante-. Estas palabras formaban parte de la introducción de la sesión de meditación. Nos parecieron muy inspiradoras, así que pedimos permiso para grabarlas e incluirlas en el álbum. Estábamos con gente realmente increíble y muy inspiradora, y la verdad es que hicimos varias sesiones». Otras veces, la inspiración llega del País Vasco, adonde acudieron en busca de sus ancestros: «Nos encontramos allí, además de gente muy amable, playas para hacer surf y una comida maravillosa, una lengua fascinante y muchas raíces aún vírgenes. Usamos instrumentos tradicionales de allí, que nos ayudan a canalizar el estilo vasco y lograr un sonido más primitivo. En particular nos encanta la txalaparta, que siempre la llevamos en vivo».

Pero quizá la influencia más definitiva de Crystal Fighters aparezca en África. «Es el lugar en el que empezamos a ser seres humanos. En ese sentido, la música nos ayuda a recordar que somos una familia en estas tierras y tenemos que aprender a vivir en paz», decía el músico en el 2013. Ahora recuerdan cómo les marcó Graceland de Paul Simon: «Es un gran ejemplo de cómo la música puede ayudar a descubrir el mundo, grabando por todo el mundo. Aunque quizás el músico que más nos haya influido haya sido el africano King Sunny Adé. Su álbum Syncro System de 1983 es muy interesante. Hace un ejercicio sonoro espectacular. Escuchamos muchísima música de todo el mundo, pero ese disco nos influyó mucho».

Lo positivo está ahí

Sebastian Pringle cree firmemente en el efecto terapéutico de la música y cómo esta puede cambiar a las personas. «Vivimos rodeados de tanta negatividad y de tantos comportamientos dañinos, que es importante recordar que el ser humano puede ser bueno, cariñoso y dulce -señala-. Hay demasiada atracción hacia ese lado negativo, pero la gente quiere disfrutar, vivir una vida larga y feliz. Ese sentimiento nos ayuda a hacer mejores conexiones sociales, a ser más felices en nuestra vida». Esa fuerza se interpone con la música: «La mayoría de nosotros podemos recordar los días en que fuimos felices y darnos cuenta de que lo que nos permite serlo es estar vivos. Definitivamente, queremos crear una música para los buenos tiempos».

Estos se invocarán el próximo jueves en Vigo. Y, a buen seguro, se esparcirán por todo el auditorio. Sí, porque Crystal Fighters espolvorean su sentido de la vida: «Creemos que el amor se ha perdido en muchas culturas y queremos hacer de ese amor nuestro mensaje». Sí, como en el verano de 1967.

3 DE AGOSTO. AUDITORIO DE CASTRELOS DE vIGO (22.00) ENTRADAS: 6 EUROS