«Los grandes festivales me parecen contextos un poco violentos»

TEXTO: CARLOS CRESPO

FUGAS

cedida

La hemos visto aguerrida o íntima frente al piano. En su nueva metamorfosis se revela en serena y seductora elegancia acompañada en directo por un cuarteto de cuerdas

12 may 2017 . Actualizado a las 05:25 h.

Lo suyo nunca fueron los convencionalismos. Huyó de aduladores y evitó territorios comunes a la procura de una constante reinvención que, tras cuatro años de travesía por el desierto con escala en Macedonia -país de origen de su padre-, llega de la mano de Chinook Wind. Un disco áspero y dulce a la vez, intenso y lleno de sutilezas, tan complejo como fascinante. Un disco grabado en Bristol de nuevo de la mano de John Parish, productor de Pj Harvey, Eels o Tracy Chapman. A la hora de presentarlo en directo, ese soplo de viento cálido en el que hoy se ha convertido Maika Makovski se hace acompañar por el Brossa Quartet.

-«Más cuerda que nunca» podría titularse la crónica...

-[Se ríe] Bonito juego de palabras. Sí, este es un disco que surge tras el fin de un ciclo vital y un proceso de hurgar dentro de mí. Es un viaje, una búsqueda en lo personal y en lo musical.

-Un viaje que empieza en Canadá y que acaba en Macedonia y en que, por momentos, se acerca al folk, al rock, a la electrónica e incluso hasta al trip hop.

-No puedo evitar hacer canciones muy variadas. Eso es bonito porque hace la escucha más interesante. Pero es peligroso porque a la hora de vender, por lo menos en España, la industria está hecha para artistas de tres adjetivos y fáciles de encasillar. Y no es mi caso.

-¿Qué le pasa con los festivales? Habla de «churrería festivalera» y de formatos en los que nunca se ha sentido cómoda.

-No, nunca. Porque nunca he hecho música para eso. Nunca me he imaginado en un gran festival, en un gran escenario con una valla. Para mí es un contexto un poco violento. Porque no me parece que vaya de música la cosa.

-¿Haría alguna excepción?

-Sí, claro. Hay festivales muy bonitos. Al Sinsal volvería sin pensármelo. Solo por el hecho de que llevasen mi piano de cola a la isla en un barco mejillonero ya me ganaron para siempre. Como sé que no repiten artistas estoy pensando en cambiarme el nombre para volver. A ver si cuela.

-¿Cómo llevó aquello de que la proclamaran «musa del underground»?

-Pues con humor. En el grupo me decían la musaraña del underground y cosas así. Era algo incomprensible. No acabé nunca de entenderlo pero, bueno, tampoco era algo como para enfadarse.

-No sé si quizá aún le produjo más hartazgo la recurrente comparación con PJ Harvey.

-Por suerte esa comparación ya no me la hacen demasiado. Después de mis últimos discos no tiene sentido. Hacerla queda como muy copia-pega.

-«La vida pasa solo una vez, así que has de poder hacer todas las locuras que quieras», dijo en una ocasión. ¿Cuál ha sido la última que ha hecho?

-Estoy metida en ella hasta las trancas. Es un proyecto que mezcla música macedonia y española con instrumentistas de las dos procedencias. Se llama Carmenka, por mis dos abuelas, Carmen y Menka. Es una preciosa locura.

-Ilustradora, actriz, presentadora de un programa de radio, compositora, cantante, guitarrista… ¿Tiene espíritu renacentista o es inquietud vital?

-Sencillamente es que a mí se me tienta fácil. Las cosas que no he hecho nunca me generan curiosidad y normalmente acabo haciéndolas. Y siempre aprendo algo.