La auténtica vocación de todo escritor

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa PERIFERIAS

FUGAS

21 abr 2017 . Actualizado a las 05:15 h.

Desde Homero (al menos) nadie se toma muy en serio el oficio de escritor, quiero decir que la sociedad biempensante considera que escribir no es un oficio respetable, sino un pasatiempo. Por eso en las entrevistas siempre se le pregunta a los escritores a qué querrían dedicarse si no hubiesen elegido la literatura. Parece que es una pregunta hipotética, pero lo que está diciendo el interrogador es, a ver, ahora en serio, si usted tuviese que escoger un trabajo de verdad, en dónde le gustaría ganarse el pan con el sudor de su frente. A un funambulista, a un cirujano torácico o a un habilitado de clases pasivas nunca le preguntarían por ese trabajo bis o alternativo.

Como ya es tradición preguntar a los escritores qué les gustaría ser de mayores si se tomasen en serio la vida como adultos responsables, tenemos una larga lista de respuestas. Cada cual, más provocadora e irreverente, claro. A Cela, por ejemplo, un día le dio por decir:

-Lo que de verdad me gustaría es que me hicieran arzobispo de Manila para poder ir por la calle rodeado de un coro de monaguillos capones cantando en tagalo las alabanzas de Nuestro Señor.

A Faulkner le gustaba responder que el segundo mejor trabajo del mundo, después de escritor, era el de proxeneta. Esto le hacía mucha gracia a Leopoldo María Panero, que lo repetía siempre en las entrevistas de TVE más que nada para asustar al presentador, porque la vocación última del poeta fue la de preparar una Guía Campsa de los manicomios de España.

En realidad, como todos los escritores son unos zascandiles, la auténtica vocación de todo escritor es ser paseante profesional, como Robert Walser. En francés suena más fino y al narrador andarín le llaman flâneur. La saga de autores que se dedican a caminar por su ciudad no se acaba nunca. Descubrimos ahora a David Wagner, que patea sin pausa Berlín, por donde ya vagaron Franz Hessel o Walter Benjamin. Wagner lo cuenta en De qué color es Berlín (Errata Naturae), con frases como esta:

-Soy un glóbulo rojo. La ciudad es mi cuerpo.

Esa, y no otra, es la vocación de todo escritor.

AUTOR DAVID WAGNER EDITORIAL

ERRATA NATURAE

208 PÁGINAS; 18 EUROS