Si el mundo gritara debería hacerlo en verso

Carmen García de Burgos

FUGAS

cedida

Las letras de Javier Gallego nunca llenan un espacio en blanco

27 ene 2017 . Actualizado a las 05:15 h.

Si Javier Gallego va a hacer algo, lo único seguro es que va a tener corazón propio. Los años, la fama y los desengaños profesionales (con lo que conllevan de personales) le han enseñado que es mejor echar mano de la educación que siempre le caracterizó antes de entregar algo vacío. Sus letras nunca llenan un espacio en blanco, igual que su voz no cubre un agujero sonoro hueco. Y tampoco su música es una melodía sin más. Puede que por eso sea una especie de Da Vinci del siglo XXI. Porque tiene facilidad para dar vida a (casi) todas las formas de arte: es un poeta desde la adolescencia; escribe prosa cargada de pólvora; dirige Carne Cruda, el único programa ganador de un Premio Ondas póstumo, que han venerado primero y temido más tarde las principales emisoras del país (RNE, Cadena Ser) y que finalmente resucitó para volver al ataque; y es el fundador de su enésimo grupo de música. ¿De rock? No. ¿De pop? Claro que no. Forastero hace jazz y lo mezcla con todo lo demás para que le sobre sentimiento.

Es imposible, y auténtico al mismo tiempo, que Javier deje indiferente. Amable, considerado y tímidamente ingenioso en persona, El grito en el cielo es él en estado puro. «Poesía del mundo en el que vivimos», describe él mismo su segundo poemario. Es a este mundo, a su parte humana, y accesible a quienes creen que no les gusta la poesía, hasta donde lleva Gallego al lector. «Mucha gente me dice que se lo ha leído de un tirón», asegura. Y le extraña, porque la poesía es para degustarla con calma, para recurrir a ella cuando uno está listo para leer en verso. Pero El grito en el cielo, no. Es un relato enérgico y desvergonzado de la realidad social, de los problemas que nos creamos como mundo y como personas. El drama de los refugiados y la crisis mundial abren y cierran un libro que entre ambas realidades pasa por las tres fases del amor: el disfrute, la ruptura y el desamor. Y de amor, créanme, Javier Gallego sabe mucho.