Azaña, a la altura de las circunstancias

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa EL RINCÓN DEL SIBARITA

FUGAS

22 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En una memorable columna de hace treinta años, Félix de Azúa explicaba «la verdadera causa» de la Guerra Civil. Recordaba el escritor que, en un principio, llegó a pensar que la contienda, de cuyo inicio se cumplen esta semana 80 años, se debía a «la lucha de clases, la raquítica industrialización, lo inane de nuestra burguesía, el salvajismo feudal residual, la reforma de la institución castrense... ». Pero, leyendo las memorias de Manuel Azaña, Azúa descubrió que la cocina gubernamental la mayor parte del tiempo no se dedicaba a la alta de gestión de las grandes cuestiones de Estado, sino a atender y despachar la larga cola de visitantes que venían a plantear sus recomendaciones y peticiones: «La figura sobreabundante, océanica, es la del pedigüeño. El mendigo con polainas. El pordiosero de purpurina».

Y como relataba Azúa, en sus memorias vemos a Azaña, ya ministro de Guerra, rechazando cada petición y acompañando a la puerta «a Queipo, a Sanjurjo, a Cabanellas, a Franco, al otro Franco, a Goded, a Mola... ». Esa grave amenaza contra la tradición del enchufismo y la prebenda, apuntaba el escritor barcelonés, fue la verdadera causa de la Guerra Civil. Quién sabe. Pero si uno quiere aproximarse, sin filtros ni intermediarios, a la visión del presidente de la República, puede sumergirse en A la altura de las circunstancias. Escritos sobre la Guerra Civil (Reino de Cordelia), una colección de textos y discursos del propio Manuel Azaña reunidos en una cuidada edición a cargo de Isabelo Herreros.

Unas lúcidas reflexiones que el líder republicano ya concebía para un lector futuro:

-Andando el tiempo, cuando el estrépito y el estrago sean confusas memorias, quizá haya alguna persona inteligente para decir que yo tenía razón, si se produce el fenómeno de que mis opiniones sean conocidas. Para entonces ya se habrá obtenido la resultante de este choque y también se habrá hecho el descubrimiento de que hemos dado un rodeo pavoroso para obtener lo que estaba al alcance de la mano. Y que nos hemos degollado y arruinado estúpidamente.