La devesa da Rogueira, destino con futuro

Juan Carlos Martínez EN EL COCHE DE SAN FERNANDO

FUGAS

13 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegará un día en que la devesa da Rogueira será destino de expediciones multitudinarias para ver los colores del bosque en otoño, como ya ocurre en la selva de Irati, en Navarra, o en los jardines de Stourhead, en el sur de Inglaterra. Ahora, en primavera, la paleta tiende más al verde. Las visitas a este monumento natural fluyen a lo largo del año a buen ritmo, y ya son tan frecuentes como para que los vecinos de Moreda, la aldea que se utiliza como punto de partida, se hayan acostumbrado al tránsito de los excursionistas de calzado deportivo, chubasqueros de colores chillones y bastones de esquí para apoyar el paso por el camino que antes solo usaban ellos y sus vacas.

La ruta para llegar al bosque de hayas, robles, acebos, tejos, abedules y otras especies está bien marcada. Son corredoiras que inician la subida a través de otros bosques, pero estos son domésticos: son los soutos de castaños que en estas tierras de montaña protegen y alimentan a los viejos asentamientos humanos, todavía orgullosos de las edificaciones de piedra y madera que levantaron los ancestros con mucho ingenio y sin reglas de cálculo ni fachadas de gresite. El bosque cae como un mantón desde la cumbre empinada del Formigueiros, así que el trayecto es también ascendente y trabajoso. A lo largo del recorrido, otros senderos que conducen a hermosos arroyos, molinos, sequeiros y árboles monumentales provocan tentaciones de abandonar la ascensión. Recortes o no el recorrido circular que te lleva a la carretera de Seoane a Seara y de vuelta a Moreda, el paseo siempre valdrá la pena.

EN EL COCHE DE SAN FERNANDO