Samuel Diz: «La guitarra vive un cáncer: los festivales»

FUGAS

PACO RODRÍGUEZ

Habla con pasión de la Generación del 27 como si fueran sus amigos de pandilla. Samuel Diz (Tui, 1986) estaba haciendo una gira de conciertos por España y «por cuestiones prácticas» viajó en tren leyendo el primer libro de Lorca, «Impresiones y paisajes», donde el poeta narra su primer viaje a Galicia, hace ahora cien años. Diz tomó el título para su nuevo disco, en el que recupera obras inéditas y que este fin de semana presenta ante el público coruñés

06 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En la televisión ponían el partido de fútbol entre el Bayern de Múnich y el Atlético de Madrid. Samuel Diz lo veía mientras sus dedos bailaban sobre las cuerdas de una guitarra que no sonaba, silenciada por un paño. Es su gimnasia -«estar en dedos» se llama- y consiste en «trabajar el tacto, como el entrenamiento para un futbolista». Y es que en la guitarra «hay una parte física, mecánica, y otra que sería el control de sonoridades, un trabajo totalmente auditivo».

-¿Y el sentimiento? Todo eso parece muy frío...

-Esa parte no viene de la música, viene de la vida. En la música, como en el cine, el teatro o la literatura, puedes conocer la técnica para emocionar y sabes cuánto estás emocionando. Pero hay momentos en los que no controlas eso; vienen de la vida y no se pueden explicar: un paisaje, unas vivencias...

-¿Cómo llega a Lorca y a la Generación del 27?

-Mi anterior disco (Guitarra clásica galega, Ouvirmos) era una investigación sobre la guitarra clásica en Galicia. Fue un trabajo en el que se mostró una historia que nunca se había tratado así: como un tema global. Uno de los autores era Jesús Bal y Gay y leyéndolo salía mucho Lorca. Con él entré de lleno en esta Generación del 27. Con Lorca lo que mostramos es toda esa creación interdisciplinar que tenían los autores de esa Generación.

-¿Por qué viene Lorca a Galicia?

-Es en el primer viaje que hace por España con su profesor de Historia del Arte. Estaba en la universidad y el ejercicio consistía en ir a conocer una ciudad y escribir su impresión en la prensa. Lo hacen durante 1916 y 1917 y a Galicia viene en otoño del 16. En el fragmento sobre A Coruña menciona el mar, la Torre de Hércules, las galerías; dice que hay un piano sonando en la casa del comandante, que no sé si es en la Ciudad Vieja. El texto de Santiago es muy duro porque describe la pobreza del orfanato a través de la puerta, sin entrar. Te pone la piel de gallina, te baja a las profundidades. En este viaje también van a Lugo.

-Además de Falla, ¿a qué otros compositores que interpreta en el disco destacaría?

-Había una serie de compositores que se llamaban el Grupo de los Ocho y eran en música el equivalente a la Generación del 27 en literatura. De esos ocho escogí a cuatro: Rosita García Ascot, Salvador Bacarisse, Rodolfo Halfter y Juan José Mantecón, que es gallego, el tío de Francisco Mantecón, el ilustrador. Rosita vive de la música y los otros tres trabajan en prensa. Es curioso porque de Mantecón se conserva una recopilación de artículos, pero no hay nada de sus composiciones musicales. Estas obras estaban escritas para Regino Sainz de la Maza que era el guitarrista del momento y se propuso renovar el lenguaje de la guitarra. Regino era muy amigo de Lorca.

-Y actualmente, ¿cómo está la guitarra clásica?

-[Silencio y suspiro] La guitarra vive un cáncer: nunca existieron tantos festivales de guitarra como en la actualidad, pero nunca tan poca gente, tan poco público, escuchó la guitarra. Es el cáncer que separa al instrumento de la sociedad. Yo estuve metidísimo en los festivales y lo dejé. Por eso presentamos el disco en diferentes lugares. En Zimbawe hay un macrofestival para 60.000 personas, con personas de todo el mundo, con un área de clásica y estuve dos veces en ese festival.

A Coruña. Teatro Rosalía. Domingo 8. 19.30 horas. Entrada: 7,20 euros