Ya está aquí la nueva temporada de la Liga ACB. Como todos los inicios, se presenta con dos palabras: ilusión y construcción. La ilusión de lograr algo importante y la construcción para convertir un grupo de jugadores en un verdadero equipo.
Y un año más, por ahí anda el Río Breogán, compitiendo en una de las mejores ligas del mundo. Ahora toca ir afinando a los músicos para que la orquesta suene bien. Crecer, sin prisa pero sin pausa en cada entrenamiento. Hacer que cada día sea mejor que el anterior. Competir al máximo nivel posible desde el inicio y con toda la cautela. El proyecto parece enormemente ilusionante. Aunque ha de corroborarse en la pista, la plantilla tiene una inmejorable apariencia: equilibrada, con talento y físico, amplia y con versatilidad y diferentes posibilidades para afrontar una trayectoria tan dura como lo es esta liga, una liga que crece y aumenta su nivel cada temporada. Un Breo que, seguramente, hará de la defensa su sello de identidad y sobre la que va a construir su juego de ataque y contraataque, porque en el baloncesto el ritmo, esa palabra mágica tan difícil de definir, viene siempre de la defensa. Un equipo con talento para generar uno contra uno exterior y crear así los espacios necesarios para aprovechar las ventajas.
El conjunto lucense se encuentra en la primera jornada a un renovado Bilbao Basket que viene de firmar una más que aceptable pretemporada y clasificado para la FIBA Europe Cup. Un equipo que apunta a ser intenso, con muchos efectivos de nivel en el perímetro, buen juego interior con poderío físico y reboteador, y con jugadores muy desequilibrantes en la posición de ala-pívot. Gente del nivel de Tomasz Gielo, Thijs de Ridder, Melwin Pantzar, Tryggvi Hlinason, Marvin Jones, Abdur-Rahkman, Xavi Rabaseda o Zoran Dragic amenazan al Breo en la apertura del campeonato.
A disfrutar de otro curso breoganista en la ACB. Saldrá bien, ya lo verán.