Iago Castro, exasistente del Breogán: «El 90% de Lugo se levanta y piensa en el Breo»
FORZA BREO

El lucense inicia etapa en el Celta tras dos temporadas en Cáceres, en LEB Oro
12 sep 2023 . Actualizado a las 22:45 h.Iago Castro Martínez (Lugo, 1995) es nuevo primer entrenador del filial del Celta Baloncesto y del Infantil A, así como responsable de tecnificaciones, incluido jugadoras del primer equipo, tras un bienio en Cáceres como entrenador ayudante en LEB Oro. Previamente, dos temporadas como ayudante en el Breogán, con el que consiguió el ascenso a ACB en 2021 junto a Diego Epifanio.
—¿Cómo surge la opción del Celta?
—Porque Carlos Colinas se pone en contacto y me hace una oferta.
—¿Qué sensaciones tiene ante esta nueva etapa?
—Las de iniciar dos proyectos diferentes a lo que vengo acostumbrado a hacer, pero duros y bonitos por igual, así que serán dos retos importantes para mí.
—¿Cómo valora sus dos temporadas en Cáceres?
—Muy bien. Pensé que iba a ser distinto. Cuesta tras hacer un año como el que hicimos con Breogán al ascender y ganar la Copa. En Cáceres desde el primer momento todo el mundo me trató de cine, a mí y a todo mi entorno. El primer año fue muy bueno, hicimos play-off, hicimos casi Final Four, estamos a un minuto y veinte segundos de entrar en Final Four en el quinto partido en Lleida. Es todo positivo. Mi forma de ser y de entender la vida encaja mucho con la gente que conviví allí. Fue toda una maravilla. Todo el círculo de Róber (Roberto Blanco) se convirtió en mi círculo. Estuve en su boda. Fue todo muy familiar. El segundo año, a nivel deportivo, muy distinto, pero a nivel personal igual o mejor. Dos años fantásticos.
—¿Por qué no continuó en Cáceres?
—No sé si era el momento de salir o no. Ya sabes cómo funciona esto. Te dicen que hay que salir y hay que salir. A lo mejor era este año el momento de salir o el año que viene, no lo sé. Sé que no iba a estar en Cáceres toda mi vida. El club me dice que la directiva toma la decisión de que no siga, quieren encontrar a alguien de la casa, que no cobre el piso. La realidad de los entrenadores ayudantes en LEB Oro no es fácil. No es fácil en muchos equipos, claro. Son cuestiones que no puedes controlar. Me fastidia mucho, me jodió mucho.
—¿Cuándo y dónde surge su pasión por entrenar?
—Bufff. Hace muchísimo. Tengo 28 años y llevo entrenando desde los 16. Me gustaba mucho jugar, empecé en el CB Sarria, mi padre fue el presidente. Veía que entendía de una manera distinta cuando era pequeño, muy distinta a mis compañeros, mi cabeza ya iba en otras cosas. Yo ayudaba a mis compañeros en la pista cuando era infantil. Mi entendimiento del juego ya iba desarrollándose. Siempre me ha gustado enseñar. De hecho, soy maestro. Una de las cosas por las que más afortunado me siento es de saber que yo quería ser entrenador, estudié Magisterio para aprender a enseñar. Lo aposté todo a esto. Estuve dando clases en la cárcel de Bonxe y en el centro de menores Santo Anxo de Rábade.
—¿Por dónde pasan sus intenciones? ¿Primer entrenador o ayudante?
—Yo quiero ser primer entrenador, pero no tengo prisa tampoco. Ahora mismo, con 28 años, entrenadores en España que lleven cinco años de profesional no sé si hay otro más. Soy un crío. Quiero encontrar un sitio con red para ser primer entrenador, bien protegido, con una estructura buena. Yo hablé en verano con el director general de un club en LEB Oro y se sorprendió con lo que yo estaba cobrando en Cáceres. Me dijo que era más de lo que le iba a ofrecer al primer entrenador. Hay muchos equipos precarios en LEB Oro.
—En la primera temporada en Cáceres fue primer entrenador del filial en EBA.
—Yo salgo del Breo tres semanas después de Epi. Yo salgo 32 días después de ascender. Es muy tarde. Me salen dos o tres cosas, pero me decanto por Cáceres porque me permitía ser primer entrenador en EBA. Mientras está la liga EBA, que ahora es corta, de seis meses, no tienes ni un día libre. En LEB jugabas el viernes, el sábado entrenaba con el EBA y jugábamos normalmente los sábados a la tarde o los domingos. Y el lunes vuelves a enganchar con el LEB. A veces no es fácil. Recuerdo un viaje Cáceres-Barcelona, Barcelona-Cáceres, Cáceres-Jerez y Jerez-Cáceres. Llegué a los dos partidos. Me gustó un montón la doble experiencia.
—¿Cómo surge su fichaje por el Breogán en 2019?
—Cuando salgo de Asturias, en Liga 2, me voy a entrenar a Oliveira do Hospital, en Portugal, durante una semana. Tenía una oferta para entrenar en segunda portuguesa y ser director de cantera del club. Al acabar un entreno tenía una llamada perdida de Tito (Díaz). Y evidentemente es el equipo de mi ciudad. Recuerdo venir casi siempre al Breo. Mi ídolo era Charlie Bell y después Pete Mickeal. Muchos recuerdos. Cuando te llama el Breo es algo que no puedes dejar escapar. No me lo pensé ni un minuto.
—¿Cómo recuerda su primera temporada, la inconclusa por el covid?
—El primer año no es fácil. No empezamos bien. Recuerdo que en la jornada cinco Gipuzkoa nos gana por 23 puntos. El equipo no terminaba de arrancar. Si hubiésemos terminado la temporada hubiésemos acabado mucho mejor. No tuvimos suerte con lesiones como Thomas (de Thaey) o José (Nogués). Marshawn (Powell) era un jugadorazo, de otra liga, sobre todo a nivel ofensivo. La experiencia es brutal.
—¿Cómo era trabajar con Diego Epifanio?
—Tenemos una relación maravillosa. Con Epi hablo todas las semanas. Hablé hoy mismo con él. Trabajando en el día a día muy bien. El Pazo es un sitio en el que se trabaja muy bien, tienes unas instalaciones brutales para trabajar, con oficinas encima de la pista. El 90 % de Lugo se levanta y piensa en el Breogán. Para lo bueno y para lo malo. Recuerdo un día que perdemos en liga regular en Alicante en la temporada del ascenso. Viajamos trece horas de noche de vuelta. Y al volver, Epi y yo tomamos la decisión de invitar a desayunar a los que quieran para subir un poco el ánimo y hacer grupo. Fuimos nueve o diez. Y la gente nos sacaba fotos desayunando pensando: "Estos vienen de perder y están riéndose aquí". La ciudad respira basket y yo lo echo de menos. 6000 personas en el Pazo, recibimientos, es la hostia.
—¿Cómo afrontan la temporada del ascenso con solo una plaza para subir?
—Cambia un poco la manera de planificar todo. Estábamos un poco preocupados porque todos los equipos de Epi van muy de menos a más, acaban muy bien.
—¿Por qué ocurre? ¿Es algo planificado?
—Es por la forma de entender el baloncesto de Epi. Tiene normas y automatismos que cuesta coger, pero después juega de memoria. Estábamos un poco preocupados porque esa temporada había un corte muy importante en diciembre. Sabíamos que teníamos que ir a saco desde el inicio. Todas las piezas encajaron muy rápido. Los Quintela (Erik y Sergi) y Salva (Arco) ayudaron mucho a los nuevos. Hacemos 330 entrenamientos. Son muchos. Entrenábamos mucho. Apretábamos mucho. Tuvimos un tramo de dudas fuera de casa, pero el que había que ganar lo ganamos bien. La temporada es bestial. Los dos títulos los ganamos.
—¿Cómo recuerda el ascenso?
—Sabía que si llegábamos al tercer partido no iban a tener chance.
—¿Por qué?
—Porque tú lo veías en nuestros jugadores. Sus ojos eran de ganar. Viajamos a Granada de madrugada tras el segundo partido.
—Yo creo que empiezan a ganar ahí.
—Sí, empezamos a ganar ahí. Llegamos antes a Granada que ellos. El club hizo un esfuerzo enorme. Recuerdo entrar al pabellón, girarnos, entramos en una nube de humo de ellos y los dos últimos tenían bengala. Una bengala quema en el cuello a Adam Sollazzo y ahí ya se ganó el partido. Ahí empezamos a ganar 0-10. Todo el mundo salió a defender a Adam. Todos teníamos una misión. Ahí se acabó. Y teníamos la consigna de que no nos podían meter bandejas. La primera jugada fue una bandeja de Alex Murphy a los seis segundos. Los tres triples de Roope (Ahonen), dos robos de Erik (Quintela). Erik venía de no jugar, de tener sensaciones distintas. Aparece todo el día d a la hora h. Recuerdo tener a Sergi a mi lado y verlo celebrar cada triple.
—¿Cómo es Diego Epifanio?
—Es de los mejores entrenadores de España y maneja su libro como nadie. Y como persona es mejor. Si como entrenador es brutal, como persona es de locos. Y discutimos mucho esos dos años en las oficinas. Pero discutíamos de baloncesto. Conectamos muy rápido, veíamos el baloncesto de la misma forma.
—¿Por qué no continúa en el Breogán?
—Yo después de que Epi se fuese tenía claro que no me apetecía mucho seguir porque no me parecía bien. Había muchas cosas. Está más que superado. El club me dice que está mirando opciones, que va a venir un entrenador nuevo con gente de su confianza. No me dicen que Iago esté fuera ni que esté dentro. Al final, separamos y ya. Diego yo nos merecemos sacarnos la espinita en ACB en el Breogán.
—¿Cuándo querría volver al Breogán? ¿A corto, medio o largo plazo?
—Cuando el Breogán me quiera. Es el club de mi vida, de mi infancia, es mi casa.Yo sé que voy a volver en algún momento, pero no sé cuándo. No sé si voy a volver de segundo o de primero. Me gustaría volver, por supuesto. Si dependiese de mí, mañana. Creo que merezco estar en ACB, quitarme esa espinita.