Bamforth: «Nunca busco ser el líder de nada; es innato, me sale de forma natural»

FORZA BREO

ALBERTO LÓPEZ

El escolta del Río Breogán promete una mejoría individual y colectiva

22 oct 2022 . Actualizado a las 21:32 h.

Scott Bamforth (Albuquerque, Nuevo México, 1989) llegó al Río Breogán como elegido para asumir, por talento y experiencia, el liderazgo que tan bien había interpretado Dzanan Musa el curso anterior. Y ha dejado claro en los primeros encuentros de la Liga Endesa que la responsabilidad no es una carga para él. Con mayor o menor acierto, el escolta estadounidense —nacionalizado kosovar— se la juega cuando la posesión se agota y el balón se ve como una bomba a punto de explotar. Ante el Gran Canaria, su empeño no fue suficiente para levantar a un Breo moribundo y en el que confía plenamente para cruzar la meta de la permanencia. La herida aún escuece, pero está cicatrizando.

—¿Cómo encajó el vestuario esa dura derrota en el Pazo?

—Ha sido un partido en el que no se ha visto reflejado el duro y buen trabajo que estamos haciendo en el día a día. No salieron las cosas bien y no queda otra que aceptarlo y entrenar todavía más duro, si cabe, para que no vuelva a pasar.

—Cuando el rival se escapaba, el Pazo pensaba en Bamforth para arreglar las cosas. Le ven como el líder de este Breo.

—No tengo ningún tipo de problema en aceptar esa responsabilidad. Y no solo la de lanzar bien a canasta, sino también la de hacer otras cosas para ayudar a que el equipo sea más sólido. Tengo que jugar mejor y voy a jugar mejor, seguro, y el equipo también va a jugar mejor, seguro.

—¿Le gusta ese papel?

—Nunca busco ser el líder de nada. Es algo innato y simplemente me sale ese liderazgo natural que tengo dentro y fuera de la cancha. Tanto con el equipo como con mi familia siempre intento hacer cosas en favor de la unión del grupo. Siempre he sido así.

—A pesar de que ya tienen dos victorias y hay equipos que aún no se estrenaron —Girona y Zaragoza—, se empieza a dudar de la capacidad de este Breo. ¿Lo entiende?

—Ni éramos tan buenos cuando ganamos al UCAM Murcia y el Fuenlabrada, ni ahora tan malos por perder ante el Joventut y el Gran Canaria, que además son muy buenos equipos que acabarán entre los mejores. Hay que buscar el equilibrio. Hemos hecho cosas mal, pero también otras muy bien. Confío plenamente en el equipo, en el cuadro de entrenadores, en la gente que dirige el club y, sobre todo, en el trabajo que estamos haciendo porque es el camino para sumar muchas victorias.

—En Europa, jugó en Murcia, en Sevilla, en Bilbao, en Francia, en Italia y en Montenegro. ¿En alguno de estos sitios había sentido tanto calor de la grada?

—El Pazo es increíble. Si no la mejor, esta afición es una de las mejores que me he encontrado a lo largo de mi carrera. Siempre aparece cuando se le necesita. Ante el Fuenlabrada se levantó y empezó a aplaudir en nuestro momento de bajón; y en el último partido, cuando ganar ya era imposible seguía mostrándonos su cariño. Para cruzar la meta es fundamental sentir el calor de nuestra gente.

—Su anterior etapa en España terminó en el 2017. ¿Había perdido la esperanza de regresar a la ACB?

—No era algo que estuviera entre mis prioridades, aunque es verdad que lo contemplaba. La ACB seduce a cualquiera. Es la mejor liga del mundo después de la NBA y estoy contento por volver, y más a un equipo como el Breogán, con tanta afición y tan bien organizado.

—El Bilbao, el próximo enemigo del Breogán, fue precisamente su último equipo en España. ¿Queda alguien de su etapa?

—Javi Salgado fue compañero mío y ahora forma parte del cuerpo técnico. No queda nadie más de aquella época.

«Cuando perdí a mis padres, el único sitio donde me sentía en paz era en la cancha»

Scott Bamforth es feliz en la capital amurallada junto a su esposa y sus tres hijos, de 10, 8 y 4 años.

—¿Han encontrado lo que esperaban?

—Totalmente. Ya estamos perfectamente adaptados y acomodados. Me encanta España y Lugo me parece una ciudad muy acogedora.

—Lleva poco tiempo aquí, pero imagino que ya habrá probado el pulpo.

—Por supuesto. Y me gusta, me gusta mucho.

—Si no es en el Pazo, ¿dónde podemos encontrarle por Lugo?

—Fuera del Pazo, ja, ja, ja. Casi siempre aquí porque a mis hijos les gusta mucho el baloncesto y cuando no están en el cole vienen a jugar a las pistas exteriores. Y yo, que soy una persona muy familiar, le dedico a ellos y a mi mujer mi tiempo libre. Alguna vez vamos a comer por el centro.

—¿Por qué juega al baloncesto?

—Cuando era pequeño lo veía como un arte y cada mañana me levantaba pensando en cómo mejorar esto, cómo cambiar los otro... Y eso, al final, derivó en que fuese mi profesión. Además, perdí a mis padres cuando yo tenía 12 y 14 años y el único sitio donde realmente me sentía en paz era en la cancha.

—¿Tiene algún significado el 4 de su camiseta?

—Mi padre jugó al béisbol y a otros deportes y siempre lo hacía con el 4. Mi hijo ahora también juega y, cómo no, también quiere llevar el 4.

—¿Esconde muchos tatuajes?

—Bastantes

—¿Cuántos?

—Ni idea, muchos.

—¿Por las piernas también?

—No me dejaron nunca poner tatuajes en las manos, en los brazos y en las piernas. Los tengo solo en la espalda y el pecho.