Su fallecimiento a los 81 años genera una gigantesca ola de pesar entre sus colegas de profesion, el breoganismo y la sociedad y la política lucense
10 ene 2022 . Actualizado a las 14:31 h.
El fallecimiento de Ricardo Hevia a los 81 años ha provocado un tsunami de condolencias no solo en el mundo del baloncesto, donde era un técnico respetado, querido y admirado, sino también en otros campos como la sociedad y la política. Para muchos de sus colegas de profesión, el técnico asturiano era un ejemplo a seguir. «Un entrenador humilde y valiente. Un referente para muchos que ayudó a que nuestro deporte fuera más grande», lo definió Pedro Martínez, entrenador del Baxi Manresa. Luis Casimiro, que fuera su ayudante en el Breogán en la campaña 1992/1993 y ahora al frente del Betis, ya le había mostrado su cariño hace unos días cuando su estado era crítico.«Un amigo y un maestro. Me dijo la verdad de este negocio cuando yo no era nadie», declaró tras una victoria dedicada a Hevia.
Otros muchas personas vinculadas al mundo de la canasta expresaron a través de las redes sociales su dolor por el adiós de Hevia, un apasionado del baloncesto que había llegado al Breogán en el curso 1988/1989 para tomar el relevo en el banquillo de Pepe Clavijo. «Gracias, Ricardo, por ser parte de mi camino y permitirme ser parte del tuyo», escribió Anicet Lavodrama, uno de sus pupilos en el OAR Ferrol, mientras que Miguel Ángel Paniagua, experto periodista en la materia, considera que se fue «un buen hombre».
Desde el CB Oviedo lo señalan como «una persona fundamental para el baloncesto del Principado» y desde la ACB expresan su pésame a la familia calificándolo como «un entrrenador histórico». «El baloncesto nunca te olvidará», destaca la asociación de clubes. A las muestras de dolor se sumó, por supuesto, el Río Breogán, muchos de sus aficionados, y otros clubes de la ciudad amurallada como el CD Lugo, que publicó: «Lamentamos profundamente o falecemento de Ricardo Hevia, histórico adestrador do Breogan, onde deixou unha pegada inesquecible».
