El Breogán abochorna a su gente

I.MEITIÍN BUJÁN

FORZA BREO

Óscar Cela

Ni en ataque ni en defensa dio la talla ante un Cáceres que jugó a placer: 85-92

31 oct 2019 . Actualizado a las 18:36 h.

Quedaban todavía seis minutos para finalizar el encuentro cuando el Pazo empezó a vaciarse. No porque el Breo tuviera en el zurrón una victoria ante el Cáceres que se daba por segura, sino todo lo contrario. Los celestes perdían por 21 puntos (64-85) y la hinchada salía del pabellón abochornada. Su equipo no dio la talla ante un rival que solo había podido ganar al Marín y el Canoe y que conquistó el santuario breoganista a base de triples y sin necesidad de forzar demasiado la máquina. Los pitos afloraron en determinados momentos de un partido siempre dominado por los extremeños después de las dos canastas iniciales de Olah. Tras el 4-3, el Leche Río Breogán pocas veces consiguió levantar el ánimo de su afición.

El partido comenzó con un pulso entre los triples del Cáceres, que encestó cuatro consecutivos, y la libertad en la pintura de Álex Olah, que anotó prácticamente a placer las tres primeras canastas de un Breo que en defensa volvía a protegerse con escudos de barro. Diego Epifanio había pedido precisamente eso. «No pueden meternos 20 puntos por cuarto», avisó la víspera del encuentro. Ni caso por parte de sus hombres. El Cáceres le hizo 29 en los 10 primeros minutos y sumaba 76 al término del tercer período.

La fragilidad atrás de los soldados breoganistas volvía a enfadar al público de un Pazo que más que celebrar las canastas de los suyos pedía garra y ponía la lupa en la forma de su equipo para frenar los ataques del Cáceres, que ya disfrutaba de una ventaja de 20 puntos (26-46) en el ecuador del segundo acto. Fue entonces cuando el Leche Río Breogán enseñó por primera ves sus colmillos empujado por su gente. Un parcial de 14-5 con Sergi Quintela como claro protagonista permitió a los de casa frenar la hemorragia y retirarse a los vestuarios con una desventaja mucho menos dañina para su moral: 40-51.

Mientras el Pazo rugía, el Breo crecía. Y cuando el Breogán rebajó la desventaja hasta los 9 puntos (55-64) y parecía que la remontada era cuestión de tiempo, tres triples consecutivos de los hombres de Roberto Blanco ante la pasividad defensiva de los celestes, el partido volvió a convertirse en un calvario para Quintela (el más aclamado), Díaz, Peña, Ahonen, Olah, De Thaey y compañía. Solo el primero, con un par de acciones de mérito, fue capaz de aplacar el enfado de una afición que una vez más cuestionó el poderío en la pintura.

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