En sus manos han dejado los empresarios gallegos causas como la eliminación de las fiestas en locales que incumplen la legislación, defensa que compagina con la de la pesca de recreo
12 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Cada vez que se aproximan las fiestas navideñas Samuel Pousada denuncia la organización de eventos en espacios de dudosa legalidad. Es consciente de lo pesada que resulta tanta insistencia, pero está convencido de que gracias a sus quejas y a otras circunstancias como la crisis, las celebraciones van cayendo de año en año. «Desde el 2008 ha habido una reducción considerable de las fiestas ilegales, algunas administraciones se empiezan a concienciar, pero aún es poco para lo que deberían. La administración solo actúa a golpe de tragedia, como sucedió con el Madrid Arena, no a golpe de obligación y de ley. Es una pena tener que denunciar a ayuntamientos porque no cumplen con su obligación», apunta el presidente de la Federación de Empresarios de Salas de Fiestas, Baile y Discotecas de Galicia.
Empezó con estos temas hace más de una década, cuando desde la asociación provincial de Pontevedra le pidieron asesoramiento como abogado. Posteriormente le propusieron la presidencia de esa entidad y después, de la federación gallega. «Me gusta defender a sectores castigados por las administraciones públicas y pelear contra su pasotismo. Por desgracia han perdido los principios y se han alejado de los ciudadanos y de sus problemas, que es en lo que se deberían centrar, en solucionar esos problemas y no en perpetuarse en el poder», comenta Pousada. Lamenta el poco interés que hay por consensuar soluciones en todo tipo de asuntos como ruidos, horarios y catálogos. En su lugar, dice, se imponen a la fuerza. «No te escuchan, tardan en recibirte y cuando lo hacen te dan buenas palabras y no te hacen ni caso. No hay una cercanía al ciudadano. Esto no pasa en otros países y eso que aquí, tenemos más administraciones». Si la defensa de discotecas y salas de fiestas la hace por profesión, a la de la pesca de recreo le llevó el corazón. Su pasión por este deporte y por todo lo relacionado con el mar es lo que le ha llevado a ser secretario y portavoz de la asociación Borneira, de Cangas, localidad en la que reside y donde tiene su despacho. Desde la entidad, que agrupa a embarcaciones de recreo, defiende desde hace más de una década, «cuando se prohibió el pulpo a los pescadores de recreo», este tipo de actividades y otras relacionadas con la pesca y el mar. «En aquellos años se constituyó la plataforma y fui el primer abogado en defender la causa, a finales de los noventa. Me encanta la pesca de recreo y siempre la defendí, me pidieron ayuda y acepté encantado». Su amor por el mar viene por parte de la familia paterna, de tradición marinera. Claro que ahora no puede dedicarle todo el tiempo que quisiera debido a las obligaciones profesionales y familiares.
Es consciente de que su profesión le ha granjeado alguna que otra enemistad, pero siempre le atrajo eso de defender a la gente «sobre todo ante la indefensión de las administraciones públicas, y por principios». Admite que, como cualquier otra profesión, tiene sus cosas buenas y malas.