Un veranillo exprés obliga a salir de casa a los pontevedreses

l. barral PONTEVEDRA/ LA VOZ

FIRMAS

RAMON LEIRO

El clima casi primaveral del que gozó ayer la ciudad bajará este fin de semana hasta temperaturas invernales

22 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Los termómetros de la ciudad se enfrentaron ayer en una «acalorada» disputa muy poco habitual en noviembre. Mientras, en torno al mediodía, los más optimistas alcanzaban los 22 grados, aquellos que permanecían bajo la sombra se negaban a pasar de los 17.

No solo MeteoGalicia dio la razón a los primeros medidores, sino que también lo hicieron muchos pontevedreses que, por primera vez en semanas, se atrevieron a salir a la calle sin miedo al frío, con gafas de sol y olvidando en casa los paraguas.

Toño, el castañero que trasladó su carrito a la Praza da Ferrería a finales de septiembre, fue testigo ayer de cómo la ciudad cambió su ritmo bajo los rayos de sol y de cómo, en consecuencia, aumentaron sus ventas. «Los niños han vuelto a la plaza a dar de comer a las palomas, se nota más actividad. Esta pequeña tregua es una maravilla, porque el peor enemigo de un castañero es el paraguas. Si con una mano lo sujetas, y con otra compras un cucurucho de castañas, ¿cómo las pelas?», decía sonriente mientras se le acumulaban en la cola unos clientes algo hambrientos.

Este pontevedrés confiesa sentirse muy solo en A Ferrería desde el Día de Difuntos. «Octubre fue un mes buenísimo, con muy buen tiempo. Además, todavía contábamos con muchos excursionistas. Noviembre ha sido todo lo contrario y estaré aquí hasta enero, así que a ver...», avanza. Como dice contar con producto de sobra, solo pide que llueva un poquito menos y que refresque un poquito más.

Raquel Dobarro y Pilar Montero, dos clientas con residencia en Lérez que comparten un cucurucho a paso lento, admiten que este «veranillo de 24 horas» las anima a quedarse paseando por el centro de la ciudad. «En el campo hace mucho frío. Además, hace unos días se inundó la planta baja de nuestra casa. Pasamos miedo», relataba Dobarro, hija de Pilar.

Sentadas en un banco, huyendo de la sombra y con la vista aún puesta en Toño, conversan sobre el cambio climático y sobre un cerezo que, el pasado verano, no les dio ni una sola cereza, algo insólito según ellas. «Esto antes no era así. Cuando era verano, era verano. Si era invierno, era invierno. Al final, celebraremos la Navidad con temperaturas veraniegas como en el hemisferio sur», bromean.

Mientras hablan, las terrazas de la Boa Vila se encuentran a medio llenar, y en uno de sus establecimientos de helados reponen el recipiente que guarda la crema con sabor a chocolate «por si las moscas», dicen.

Pero, a juzgar por el pronóstico de Lino Naranjo, profesional de MeteoGalicia, durante este fin de semana los pontevedreses volverán al chocolate con churros. La temperatura máxima experimentará hoy una bajada de cinco grados, quedándose en 16.

Además, un nuevo frente se ha colado por el noroeste de la península, por lo que vuelven las lluvias. «Esto es lo normal. Estos vientos del Sur, africanos, fueron consecuencia de la borrasca ubicada en el norte de Madeira. Lo de ayer fue una excepción: un día demasiado tranquilo para el otoño gallego», concluye el experto.

incluso los castañeros notaron una mayor actividad en las calles de la ciudad

«Hace unos días pasábamos miedo con la inundación del bajo de nuestra vivienda»