Los ingleses salen por piernas tras vencer en la batalla de Rande

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Cuando los británicos se adentraron en tierra para buscar provisiones fueron masacrados por las tropas gallegos

21 oct 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

Mientras aún ardía el mar desde Rande a la ensenada de San Simón, siete mil fusileros ingleses asaltaban Redondela en busca del tesoro que había trasladado desde América la Flota de Indias, pero que había partido en su práctica totalidad con destino a Castilla días antes de su llegada. Durante tres días, los soldados de la reina Ana Estuardo arrasaron con todo en la villa redondelana; desde los estercoleros hasta las tumbas, no hubo objeto ni espacio que no fuera destruido en aquella búsqueda.

Cuando los víveres comenzaron a escasear en los barcos ingleses, las tropas trataron de buscar avituallamiento en los alrededores de la ría, extendiendo el pillaje a otros puntos. «De nuevo volvía Drake y se repetían las escenas de profanación», apunta Tomás Benito Santana, secretario de José Sarmiento de Valladares, el ilustre pasajero que regresó a su tierra en aquella flota después de haber ejercido de virrey en Nueva España. El documento fue localizado por el profesor Fernando Bartolomé Benito y ha sido publicado bajo el título La plata ensangrentada (Almena, 2013). En este texto se describe lo ocurrido en tierra después de aquella batalla naval acontecida el 23 de octubre del año 1702.

Cuatro días más tarde del combate naval, el duque de Ormonde solicitó permiso al almirante Rooke para buscar alimentos y forraje en los alrededores de Redondela. Una columna de cuatrocientos hombres partió con destino a Pazos de Borbén, donde se había detectado abundante ganado. En el camino de Reboreda, quinientos jinetes al mando del conde de Maceda, Casto Urbión, cayeron sobre los infantes extranjeros, que fueron masacrados, a pesar de que venían flanqueados por treinta dragones. «Callaré por pudor, paternidad [se refería a fray Martín Sarmiento, a quien dirige el escrito el secretario de José Sarmiento de Valladares], los abusos que se cometieron con aquellos jóvenes antes de ajusticiarlos. Muy pocos ingleses consiguieron escapar de aquel matadero y volver con la funeral noticia a Redondela», escribió Tomás Benito Santana. Otra columna trató de socorrer a los heridos sin conseguirlo porque fueron tiroteados al poco de salir de Redondela.

«Ormonde comenzó a pensar que más allá del mar era imposible dar un paso porque estaban en una balsa cuya única salida era el Atlántico», recoge el documento Santana. Aquella misma tarde del 27 de octubre llegó a la ría la escuadra del almirante Clowdesley Showell con veinte navíos dispuestos a realizar las tareas logísticas que darían relevo a la flota de Rooke. Esta llegada alivió la carencias alimenticias por las que pasaban los ingleses.

Prisioneros a San Sebastián

El capitán general de Galicia, el príncipe de Barbanzón, dominador de las alturas en la ría, puso entonces en marcha una estrategia de hostigamiento contra las tropas invasoras. Aprovechando la oscuridad de la noche, mandó tomar una posición cercana al fuerte de Rande y, antes de retirarse, dejó varios barriles de aguardiente medio escondidos. Cuando la mañana del 28 de octubre los ingleses recuperaron la posición y encontraron los barriles, el alcohol corrió sin freno. Barbanzón solo tuvo que esperar a la madrugada para asaltar el fuerte sin disparar un solo tiro. Los condes de Amarante y Ribadavia capturaron 150 ingleses, que fueron encerrados en el castillo de San Sebastián, para retirarse nuevamente.

ERAN OTROS TIEMPOS OCTUBRE 1702