María Vilas: «Por todo lo que hice la temporada pasada, me merezco este Mundial»

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

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María Vilas es una de las cuatro nadadoras españolas que participarán en la prueba de Doha

15 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

María Vilas seleccionada para el campeonato del mundo de piscina corta

Cuando tocó la pared en la final de los 1.500 del Campeonato de España que se estaba disputando en las piscinas de Bernat Picornell de Barcelona, pocos se podían creer el crono que había marcado María Vilas (Ribeira, 1996). Nada más y nada menos que 16.07,48. Era por aquel entonces la quinta mejor marca mundial de la temporada. Palabras mayores. Solo Mireia Belmonte la había apartado del oro. Pero en su círculo más próximo, aquel registro tampoco generó una conmoción. Los bocados al crono habían sido una constante a lo largo del año. Los entrenamientos bajo la dirección de Luisa Domínguez y Fernando Zarzosa y las exigentes concentraciones con el equipo nacional, supervisadas por Fred Vergnoux, le habían hecho explotar su potencial. De ahí, al Europeo absoluto en Berlín y ahora, del 3 al 7 de diciembre, al Mundial de Doha de piscina corta. Todo un premio para quien, tras la marcha al final del verano de la pontevedresa Bea Gómez a la Blume, se ha convertido en el faro del grupo de élite de la natación gallega que se ejercita a diario en Pontevedra.

-¿Cómo ha arrancado esta nueva temporada?

-La verdad es que me está costando un poco, porque después de las vacaciones llegué un poco pasada de peso... tengo facilidad para ganar kilos... y ahora llevo unas semanas poniéndome a tono. Y también está siendo difícil, porque después de que Bea [Gómez] se fuesen a Madrid y de que Manuel [Dávila] y Aurora [Pérez] se marchasen, me he quedado como la mayor del grupo.

-¿Le pesa la responsabilidad?

-Bueno, espero que no. Pero sí que empiezo a sentir que soy en la que los más jóvenes se fijan. Está Marcos [García],... pero noto que me he convertido en una referencia y confío en digerirlo bien.

-¿Sorprendida por la llamada para el Mundial?

-Por una parte, sí. Porque se hablaba de que iban a llamar a muy pocas chicas y eso reduce las opciones de poder estar en esa selección. Sin embargo, creo que por todo lo que hice a lo largo de la temporada pasada, me merezco estar en este Mundial.

-Antes, del 4 al 24 del mes que viene, le tocará pasar de nuevo por Sierra Nevada, una de las claves en su batalla contra el tiempo...

-Se supone que la altitud es lo que me viene bien, así que no me queda más remedio...

-No la veo muy convencida.

-No, no [sonríe], sí que me ha ayudado mucho. Las marcas que he hecho el año pasado son increíbles, pero la verdad es que se hace muy duro estar allí. Psicológicamente es agotar. Durante esos días, si no estás durmiendo o comiendo, estás entrenando. No hay ni un segundo para otra cosa. Y es un ritmo complicado de llevar. Pero lo veo necesario.

-¿Qué le habría gustado cambiar de la pasada temporada?

-Quizás el final. Pienso que lo habría podido hacer mejor en el Europeo de Berlín, aunque de todo se aprende.

-¿Demasiados nervios en su primera gran competición sobre piscina de 50?

-Algo de eso... Ya había estado en el Europeo de piscina corta de Dinamarca, sin embargo, esto es diferente, de otra dimensión. Al principio estaba tranquila, pero cuando me llamaban a la cámara de salida y veías a todas las favoritas, a algunas de las mejores del mundo, y a toda esa gente en la piscina... ahí afloraba toda la tensión. Pero, además de esto, creo que para mí llegó demasiado tarde.

-¿Lejos de su pico de forma?

-Sí. Desde el nacional de Barcelona, donde hice la marca en el 1.500, hasta el Europeo transcurrió cerca de un mes. Recuerdo que los primeros días de la concentración que tuvimos en Barcelona antes de ir a Berlín estaba haciendo unos tiempos muy buenos y después, poco a poco, fui perdiendo tono. Es normal. Es complicado mantener más de un mes el máximo nivel.

-¿Qué nadadora le deslumbró en aquella cita?

-Evidentemente, Mireia. También la húngara Hosszu. Y la italiana Martina Caramignoli. Había entrenado con ella en Sierra Nevada y salió a por todas en el 1.500, donde fue bronce.