Roberto O. Bustillo Bolado descansa este mes de agosto en la isla de Fuerteventura. Un lugar espectacular para la vida al aire libre... y para leer. Lo dice quien está inmerso esta temporada en la lectura y la relectura de obras cruciales, desde la Historia de las matemáticas, de Ian Stewart, a uno de sus favoritos, Dioses, tumbas y sabios, del alemán C.W. Ceram. Tiene aún caliente entre las manos una obra de creación propia, Lo que las arenas esconden. Entre las ruinas de Babilonia y los mares de Titán, un trabajo galardonado con el III premio de divulgación histórica Juan Antonio Cebrián.
-Además, ha investigado usted sobre el hombre lobo.
-Siempre me gustó mucho la divulgación histórica y científica. José Domínguez, el mayor experto en esa figura, me pidió apoyo como profesor de Derecho y empezamos a trabajar. Luego seguí haciendo cosas de divulgación en Radio Allariz y hace poco publiqué «Lo que las arenas esconden». Los temas misteriosos y curiosos me han gustado desde niño; puedes jugar a formular hipótesis, ver las piezas que no encajan del todo... y eso es divertido.
-¿La O. de su nombre es también un misterio?
-Fue una gracia de mi padre, que siempre quiso ponerme un nombre compuesto romano, tipo Marco Antonio, pero mi madre se negaba y escogió el primero. El segundo lo puso él porque cuando yo nací estaba leyendo Orlando el furioso, así que me tocó Roberto Orlando. A él siempre le gustó el mundo grecorromano y de pequeño me contaba muchísimas historias de mitología.
-¿Y cómo llegó al Derecho?
-Mi padre empezó a estudiar Derecho y fue oficial de justicia; mi abuelo era secretario judicial y mi bisabuelo, creo que fiscal.