Nuevas pintadas con insultos en una iglesia de Aranga

Toni Silva ARANGA / LA VOZ

FIRMAS

CÉSAR DELGADO

El templo de San Vicente de Fervenzas amaneció ayer con las mismas frases con que decoraron una capilla próxima en julio

08 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El sacerdote Manuel Vázquez tiene previsto acudir hoy al cuartel de la Guardia Civil de Irixoa. Será la tercera vez que denuncie pintadas groseras en los templos que gestiona como párroco. Y el de esta vez duele especialmente porque el autor no lo hizo sobre paredes encaladas, como en la capilla del Divino Salvador de Fervenzas (Aranga), sino sobre la desnuda piedra de la iglesia levantada en honor a San Vicente. «Para quitarlo, tela marinera», espetó enojado el religioso quien, afortunadamente, no tiene prevista ninguna boda en este templo para los próximos días. «Como haya un entierro, a ver qué hacemos, esto es muy desagradable», añadió. Los vecinos de esta parroquia de Aranga ya intuían que los hechos se repetirían. Las dos veces anteriores ocurrieron contra la pequeña capilla, a finales del año pasado y a mediados de julio. Basta una comparativa de los trazos de las pintadas para deducir que comparten el mismo autor quien, de nuevo, ha cargado la pintura roja contra Maruja, una vecina que asegura no tener polémicas abiertas con nadie, más aún cuando la mitad del tiempo lo pasa en A Coruña.

Y un transformador

Además de la iglesia de San Vicente de Fervenzas, el verdugo del patrimonio también dejó su mensaje escrito en un transformador de Unión Fenosa próximo al templo, en la carretera que une la N-VI, a la altura de Coirós, con la localidad de Teixeiro, en el municipio de Curtis.

Los vecinos mostraron ayer su enfado e indignación por el nuevo episodio, y se preguntan qué será lo siguiente. En la salida de la misa del pasado domingo, el párroco había comentado a algunos asistentes que, según había oído, ya habían identificado al autor de las pintadas. Todo apuntaba entonces a que llegarían al final del asunto. Por eso el descubrimiento de ayer fue un jarro de agua fría.

«Hay cosas muy groseras, duele mucho leer esto porque es un atentado al patrimonio difícil de eliminar, creo que quien lo hace no es ya por obsesión, creo que es más bien por problemas mentales», esgrime el párroco, que ya hace tiempo estudia cómo arreglar los problemas de goteras de la iglesia, ahora agredida en sus muros de piedra centenaria. «Urge tapar ya esas groserías», sentencia.