«La universidad es fundamental para mantenernos vivos»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

Reivindica la adscripción para evitar una pérdida de alumnos que «aboca al cierre»

16 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El profesor José Antonio Quinteiro Alonso (Ponteareas, 1965) dirigirá el próximo curso la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia, con sede en Pontevedra. Su nombramiento está pendiente de su publicación oficial, pero el recambio de Fernando Carrera está decidido. De hecho, Quinteiro está ya inmerso en los preparativos del curso.

-El cargo que asume no tenía novias ni novios. No sé si hay que darle la enhorabuena o el pésame...

-Más bien el pésame, pero intentaremos hacerlo lo mejor que podamos, lógicamente. Una vez asumido, hacerlo lo mejor posible.

-Le tocó por ser el funcionario más antiguo del centro. ¿No hubo forma de decir que no a la Xunta?

-Cuando me lo propusieron yo les dije que presentaba mi dimisión al momento porque no quería. Pero amparándose en la legalidad me dijeron que no me la iban a aceptar aunque la presentara dos o tres veces, y que incluso podría ser sancionado administrativamente sin empleo y sueldo por negarme a hacer mis funciones como funcionario. Y no hubo más remedio.

-Creo que no fue el primer candidato para dirigir la Escola, ¿es así?

-Sí, esto mismo se lo plantearon a Ángela [López], la exvicedirectora. Ella se negó y se negó, pero estaba dentro del equipo directivo saliente. Dejaron pasar la cosa, el mes de las elecciones europeas y ahora volvieron porque se echaba encima el curso.

-El claustro propuso que siguiera el equipo directivo dimitido un año más, pero no se aceptó...

-El claustro expresó su apoyo a la anterior directiva para que le dejaran acabar el mandato. Entendimos que era lo mejor para la Escuela ahora que había una especie de tregua, de tranquilidad por ambas partes, pero aceptaron la dimisión y de aquellas aguas vienen estos lodos. O me tocaba a mí o a otro compañero, yo era el más antiguo.

-Y todo este jaleo en plena preparación del nuevo curso. ¿Cómo se lleva?

-Estamos con horarios y reparto de asignaturas para que la gente se pueda matricular. La Escuela tiene veinte profesores y estamos a ver si negociamos alguno más, aunque está complicado.

-¿Cómo va la matrícula?

-Estamos cubiertos. Hicimos una campaña de promoción del centro, pero cada año lógicamente es más difícil. La competencia de la universidad es brutal. Ofrecemos un título superior equivalente y la gente no es tonta, quiere un título universitario. Y eso a pesar de que ofrecemos muy buena formación. La Escuela tiene su prestigio formando restauradores en puestos importantes por todo el mundo. El número de alumnos de nuevo ingreso máximo son 24. Son unos estudios específicos muy caros por alumno y la matrícula no es precisamente alta, no llega a 400 euros.

-Usted suscribe la reivindicación de la adscripción de las enseñanzas artísticas a la universidad, pero no las formas de la anterior dirección. ¿Por qué?

-El choque frontal con la Administración no lleva a nada porque si no hay voluntad política de reconocer un problema no hay avance posible. Nos podemos encadenar como Tita Cervera a los árboles de enfrente del museo, pero esa vía agresiva, potente a nivel de prensa y de promoción, no lleva a nada. O cambia el conselleiro o por esa vía está difícil.

-¿Qué piensa hacer entonces?

-Mi objetivo, no obstante, es intentar reunirme con el conselleiro de Educación para que por lo menos reconozcan el problema, que a día de hoy siguen sin reconocer. Hay unos intereses cruzados para la adscripción, pero los motivos reales los desconozco, aunque intuyo que tienen ver con lo político y no con lo académico. Para nosotros estar en la universidad es fundamental para poder mantenernos vivos.

-¿Hay riesgo real para la Escola si la adscripción no llega?

-Nos abocaría al cierre. La disminución de alumnos es gradual y pasa en todos los centros de enseñanzas artísticas. Estamos en crisis, la oferta es enorme y la competencia es mayor. Son unos estudios bonitos y atractivos, pero van a menos. Y aquí estamos en un edificio muy goloso.