Carta abierta a José Luis Baltar

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

30 jun 2014 . Actualizado a las 14:02 h.

F ue, estimado expresidente del PP y de la Diputación de Ourense, leer en La Voz el artículo «No haré leña del árbol caído», de Xosé Luís Barreiro, y ponerme a garabatear estas líneas en vísperas de tu comparecencia ante el juez por aquella contratación en el 2010, con cargo al erario público, de 104 personas con la presunta intención de untar a los compromisarios de la entronización de tu hijo al frente del PP. Barreiro se negaba a hacer leña de la hija imputada de un abdicador y yo tampoco quisiera hacerla del hombre que gobernó con poder absoluto las últimas décadas de Ourense. Cuando una mayoría te enfila, o te censura o te dedica socorridas frases («o que as fai, que as pague», «a todo? lle chega o seu san Martiño», etcétera), a mí me pide el cuerpo decirte: «¡Sorte Baltar!». Suerte en el calvario judicial que se te presenta cuando tus ilusiones estaban puestas en la placidez de una jubilación dorada. Deseo que entres en el juzgado con la dignidad que mereces y no a trompicones como la última vez; que te juzguen en base a pruebas y no a creencias y que puedas utilizar todas las armas que el Derecho te permita para salir indemne.

Cuatro años después de tu marcha apoteósica, te veo como una víctima más (¡aunque muchos quisieran los réditos que tú le sacaste a ese victimismo!) de un pueblo especialista en bajar a los infiernos a los que antes encumbró a los cielos con idéntica pasión. Quienes dejamos la hemeroteca periodística llena de críticas a tus ismos (nepotismo, amiguismo, favoritismo?) con escaso resultado (cuántas más críticas te hacíamos más votos conseguías y más cerraba los ojos la justicia ourensana), tenemos hoy, creo, la fuerza moral para, más allá de lo que digan futuras sentencias, aproximarte más al pedestal de víctima que al de culpable.

En el fondo, no hiciste otra cosa que aprovechar tu agudeza para beneficiarte de la ceguera de una sociedad conformista que se vendía por un plato de subvenciones sin darse cuenta que no se las dabas de tu bolsillo sino que se las sacabas de sus impuestos. No es que tú hicieses cosas reprobables (que las hiciste) sino que la sociedad ourensana (incluida la oposición y miembros destacados de diversos sectores sociales, entre ellos, la judicatura) te las permitía e, incluso, te las jaleaba con satisfacción.

Que no vengan ahora con falsos comportamientos de pureza democrática los que estuvieron durante 20 años arrastrándose por el templo del favor en el que tú habías convertido la Diputación y también, con la anuencia de Fraga, la Xunta de Galicia. Decía Roberto Blanco Valdés (y así termino con otro ilustre columnista de La Voz), con ocasión de tu reciente imputación en la Pokémon: «El caso Baltar es una metáfora, en pequeño, de lo que ha ocurrido en un país donde todos los controles han fallado y donde al final han acabado por ser sustituidos por el administrado por jueces que, como De Lara, han iniciado una especie de causa general contra la política gallega». Y en esa causa general, estarás conmigo, tenías todo el derecho a figurar pues la historia de la política gallega de finales del XX y comienzos del XXI, no se escribirá sin las andanzas consentidas a un hombre, trabajador y listo coma un allo, que se erigió en maestro de los favores. Ahora, entre la indiferencia de los otrora beneficiados por tus dádivas, te ves, cuál Al Capone de los años 20, desfilando por los juzgados para penar presuntas responsabilidades prevaricadoras por ¡104 contratos de tres meses! o por haber recogido ¡6.000 euros! de los que repartía con prodigalidad, a diestra y siniestra, ese rey Midas de los políticos que era el dueño de Vendex. Lo dicho, que la suerte te acompañe.