Los «coetáneos» de Ravachol que recrean la botica de don Perfecto Feijoo

María Conde PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

RAMON LEIRO

Un grupo de pontevedreses ambienta cada entroido la famosa farmacia

06 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Son los «persoeiros relevantes» de la época. Los figurantes que desde hace una década y como describe el programa del entroido, recrean cada año el ambiente de la botica de Don Perfecto Feijoo, el lugar donde se hizo famoso Ravachol a principios del siglo XX. El grupo supera la decena de personas y cuida hasta el más mínimo detalle su presencia en la praza da Peregrina cada lunes de carnaval, cada miércoles de ceniza y también, por supuesto, el día del entierro de Ravachol.

María Simal fue de las primeras en salir a escena, cuando cogió el relevo de Viviana Araújo en la confección del loro Ravachol. Desde el año en que asumió esa labor -ahora en manos de la Asociación Ricriativa de Xeve- acude cada carnaval imbuida en el espíritu de la época con elegantes y cuidadísimos trajes. Este año ha arreglado uno que era de su madre, Gloria, otra de las asiduas del grupo y que precisamente ha estrenado modelo. Atuendos que, entre tela, costura y detalles sobrepasan los 300 euros. «Es algo que nos gusta -dice María- y no es solo hacer el traje, sino también están los complementos». A lo largo del año, si encuentra la ocasión, va reuniendo guantes, convirtiendo boinas en elegantes sombreros o adquiriendo distintos artículos para completar su atuendo. Gloria aporta el toque final, los broches con forma de loro que colecciona de distintas partes del mundo. «Tampoco es que confeccionemos los trajes de forma exacta a la época -añade María-, yo creo que los nuestros son un poco anteriores, en 1913 ya eran menos voluminosos, pero nos gustan así». Tanto ella como su madre tienen varios vestidos, dos de ellos negros para el día del luto por Ravachol y los han prestado en ocasiones.

Más fácil lo tienen los caballeros. Alberto Guerra pasó de enfundarse el traje de Urco, el rey del entroido, a encarnar el personaje del boticario Perfecto Feijoo. Suele llevar un traje negro, aunque este año ha cambiado al azul, y chaqué el día del entierro para encabezar el cortejo fúnebre de Ravachol. Recuerda que en una primera ocasión, la farmacia se instaló en el paseo de Antonio Odriozola «y aún conservo el trozo de papel higiénico que corté para inaugurarla».

El atrezzo de la recreación, en la que los miembros del Aula de Teatro Municipal también participan animando al público con juegos tradicionales, ha llegado a incluir en más de una ocasión un vehículo de época. Se trata del Austin Seven de 1922 que Javier Rodríguez y su mujer, Isabel Iglesias, han regalado a la vista de los pontevedreses después de una intensa labor de restauración que se prolongó durante cinco años. Ayer, él trabajaba y no pudo acercarse en el vehículo, pero este domingo podrán volver a verlo en la praza da Peregrina. Isabel cuenta que precisamente, su primer traje para Ravachol fue el que se había confeccionado para una exhibición de coches antiguos.

El grupo ha ido creciendo y sus integrantes animan a los pontevedreses a sumarse a este singular elenco de persoeiros, donde el único nombre propio es Perfecto Feijoo. Si se animan, ellos estarán el domingo a partir de las doce del mediodía, en la última, por este año, recreación de la botica.