«Son momentos difíciles, hay familias que antes ayudaban y ahora piden ayuda»

maría conde PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

El día a día deja situaciones muy duras y momentos para la esperanza

16 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Son momentos difíciles y trágicos en algunos casos». Para quien como Ramón lleva comprometido con el voluntariado desde antes de la crisis, el nuevo perfil de quienes reclaman ayuda no deja de impactar. «A finales del año pasado notamos que había bajado el número de inmigrantes -señala este miembro del Club de Leones-, pero el número de familias sigue manteniéndose en 400, porque ha entrado gente de aquí. Incluso algunas familias que nos tienen ayudado a nosotros en algún momento en gastos extra y ahora recurren a nosotros para pedir ayuda».

En ese nuevo perfil entran muchos «pobres vergonzantes». «Hay mucha gente que cuando les solicitamos la documentación para añadirlos al listado se muestran reacios, y no les gusta que les vean salir de allí», explica Ramón. A veces, la situación alcanza extremos que nunca hubiera imaginado. «Había una persona a la que le dejaba los alimentos en la puerta de su vivienda, pero tenía que irme tras tocar el timbre, porque si me veía, ya no los recogía», cuenta. «Y claro que te afecta, porque en esto te encuentras a gente conocida que en la vida se te pasó por la cabeza que iban a venir a pedir algo para comer», agrega.

Chiru recuerda otro de tantos casos de personas que trabajaron en la construcción y a las que el estallido de la burbuja inmobiliaria las ha dejado, literalmente, en la calle. «Me impactó porque acababa de tomar el desayuno y no se marchaba, se veía que no era un indigente... Otros a las 8 ya quieren marchar. Hablé con él y me contó su historia, de cómo se había metido en el alcohol. Te cuentan su problema, y es triste si no puedes hacer nada».

En el rural, quienes padecen los efectos de la crisis, suelen callar. Como dice Irene, «más bien te enteras por vecinos que vienen y te dicen que lo están pasando mal». «Entonces vamos a sus casas a hablar con ellos, vemos la situación... Hay gente que no quiere que los demás se entere de que le ayudamos y lo hacemos discretamente. Por ejemplo, vamos a horas en las que no hay gente por la calle o les citamos a esas horas para que no les vean». A esta voluntaria de Cáritas le impactó sobremanera el caso de una persona que llegó a tener su comida racionada.

Finales felices

Sara reconoce que los problemas con los que convive a diario le afectan, pero todo se compensa cuando se produce algún final feliz. «Hay extoxicómanos que hemos tenido por aquí y que luego han estado en centros y han vuelto, una vez que se recuperaron, para hacernos una visita... Cuando vienen, acompañados de sus familias, pues los pulmones no sabes dónde te van a parar...».

A Chiru se le ilumina el rostro cuando recuerda a un gorrilla de su barrio al que todos los días bajaba el desayuno y al que unas Navidades decidió invitar a cenar junto a su familia, «cuando estaba totalmente tirado». «Hoy está rehabilitado y tiene pareja. Ya nos compensó», comenta. Y Ramón aún tiene en mente el momento en que un niño se agarró a él cuando le entregó un peluche. «Me llegó al fondo del corazón», dice. «Es una satisfacción cuando la gente sale adelante, ver que puedes ayudar en algo. Vale la pena», añade Irene.

«Es una satisfacción cuando la gente logra salir adelante»

«Hay personas que no quieren que los demás se enteren de que les ayudamos»