A Luisito y a su cuadro técnico les tocó volver a lidiar con la condición anímica de un plantel que sigue haciendo gala de profesionalidad, pero sobre cuyas espaldas se acumulan impagos -ya son tres nóminas pendientes-, a los que se sumó la imposibilidad de salir a otros clubes para unos y la inmediata maratón en autobús para viajar, primero a Oviedo el domingo y a la andaluza Alcalá de Guadaira, el próximo miércoles en la Copa Federación.
El preparador ourensanista habló sobre lo que muchos habían advertido en la salida de Pinillos: «Tristemente se nos fue el único futbolista que, sobre el papel, no tiene sustituto, pero es lo que hay, soy entrenador, no soy directivo, sus motivos tendrían, yo me alegro por él, porque él lo pasaba mal, pero quedaron otros en las mismas circunstancias que él padecía y eso no me gusta mucho, aunque sé que se quedan al doscientos por ciento».
El de Teo debe centrarse en levantar la moral de sus hombres y admitía que les venía bien que fuera el Oviedo su próximo oponente en tierras asturianas: «Es el mejor escenario que podíamos tener para demostrar que lo del domingo pasado fue un accidente, porque es que lo fue, perdimos ese partido en dos fallos de concentración que son imperdonables, porque de lo contrario nunca lo hubiéramos perdido». El balón parado es la máxima preocupación de Luisito.