¿Qué significa ser socialista en la vida pública de Ourense?

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

22 dic 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Qué es ser socialista? Para intentar entender el esperpento que, sin guion de Valle Inclán, se vive en el Concello de Ourense tras la espantada de cinco de los 11 concejales del PSOE que gobiernan la capital, he ido a la historia. Al 2 de mayo de 1879, fecha en la que Pablo Iglesias acordaba «formar un partido que se denominaría socialista obrero y cuya política se separaría completamente de la que hacen los demás partidos burgueses» y a los estatutos del PSdeG que proclaman que el partido aspira a «unha sociedade libre, igualitaria, plural, solidaria e en paz, que loita polo progreso dos pobos, en base a un proxecto político progresista, socialista e galeguista». La lectura no me aclaró los interrogantes. ¿Es ser socialista romper la disciplina de voto para que un amigo pueda cobrar más de 75.000 euros anuales en flagrante fraude de ley? ¿Es ser socialista el comportamiento de Rodríguez Penín, Mónica Vázquez, Susana Bayo, Alfonso Vilachá y María Devesa al aplicar la política del amiguismo que utilizó durante décadas la derecha ourensana? ¿Es ser socialista que el alcalde destituya a uno solo de los cinco que lo traicionaron a él, al PSOE y a la ciudad? ¿Es ser socialista seguir pagando del erario público la dedicación exclusiva a Susana Bayo (59.373 euros anuales) y María Devesa (56.519 euros) tras constatar que priorizan sus intereses a los de los vecinos? ¿Es ser socialista plantear, como el regidor, la tesitura de «obedecer o irse»? ¿Es ser socialista, como también hace el regidor, el negar la crisis y el órdago de sus compañeros de partido? ¿Es ser socialista firmar un comunicado, como hicieron los ediles díscolos, en castellano (y con faltas de ortografía del calibre de «desarroyando») para exigir la restitución del líder de la revuelta? ¿Es ser socialista brindar, como urdieron los díscolos y sus jefes provinciales, con champán la noche de la asonada?

Se termina el espacio y todavía me quedan mil preguntas que se pueden resumir en solo una: ¿Por qué se pone en riesgo la gobernabilidad de la ciudad de Ourense y se quiebra su imagen para que un amigo acumule 8.000 euros de la Universidad (por docencia) a los 69.000 que recibe del Concello de Ourense (por asesoría jurídica) permitiéndole compatibilizar ambas funciones en el mismo horario laboral? Los comunicados, las declaraciones y un largo etcétera son monsergas al lado de esta realidad propiciada por cinco ediles que prometieron defender los intereses de Ourense y no se ruborizan al pisar éstos para favorecer los económicos y laborales de un amigo del alma.

Ese es el quid de la cuestión aderezada con la incompetencia del alcalde y las intrigas burdas e inaceptables de un exdirigente de los socialistas gallegos que en su carrera hacia la nada aspira a erigirse en futuro salvador del caos que él y sus asalariados (Raúl Fernández, secretario provincial, y María Quintas, secretaria de organización) están fomentando con el más absoluto de los descaros.