¿Hay futuro termal con balnearios y paradores cerrados?

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

08 dic 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo» (Abraham Lincoln). Quizás la máxima se cumpla, o no, en Ourense a la vista de lo que ocurre con el termalismo, un término que ocupa discursos, campañas y acciones propagandísticas. Hay un abismo entre la teoría y la práctica termal. En teoría somos una potencia mundial. En la práctica, unos tercermundistas. ¿Cómo una provincia termal se permite tener varios meses cerrados sus dos únicos paradores y dos de sus tres más importantes balnearios? ¿Vendrán los turistas de capacidad adquisitiva a bañarse en unas pozas al aire libre? De nada vale que un autobús publicitario recorra la Península promoviendo que «El verano continúa en Ourense», ni que Xunta y Diputación ultimen un Plan Estratéxico Termal, ni que esta última subvencione estancias termales, ni que el Concello luche por el bulevar termal, ni que Termatalia sea una feria de referencia internacional, ni que la Universidad dedique 5,4 millones al Campus da Auga si todo esto no se sostiene en una base de excelentes infraestructuras hoteleras. ¿Qué somos tras el cierre de los dos paradores del Estado y los dos balnearios de Caldaria? ¿Qué somos cuando Ourense tan solo cuenta con el 15 % de las plazas balnearias gallegas? ¿Qué somos cuando centros punteros a mediados del siglo XX (O Carballiño, Verín, Baños de Molgas y Cortegada) están anclados en la historia? La potencia termal tan solo se vislumbra en discursos y anuncios electorales. Los políticos saben que toda regla tiene su excepción y que la frase de Lincoln no siempre se cumple por lo que en Ourense se puede engañar a todos todo el tiempo. Dicho sea con la esperanza de que la capital se convierta en un futuro en Budapest, Baden Baden, Karlovy Vary, Río Hondo, Evian les Bains o Estambul. Por soñar que no quede.

La frase. «A sanidade en Ourense está moi moi moi moi mal», dijo el alcalde Agustín Fernández. No tenía que decir «está moi moi moi moi ben» pero si afirmase que somos unos afortunados por la que disfrutamos, estoy seguro que alcanzaría más unanimidades que con su descalificador «moi moi moi moi mal». O es usuario de la privada (como muchos funcionarios) o nunca tuvo un familiar en manos de la sanidad ourensana. En caso contrario, sabría que en Ourense hay una magnífica sanidad a conservar (y a defender en la calle si es menester) que no merece el cuádruple «moi mal» del regidor.

El dato. Bien es verdad que hay vida más allá del Padornelo pero que el Concello de Ourense subvencione un curso de esquí en una estación de Castilla y León en lugar de en Manzaneda, parece todo un despropósito. La estación ourensana, que engulló millones de euros públicos, lucha por su supervivencia mientras un ente público oferta 30 plazas en un curso de esquí a celebrar ¡en León!