Carlos García Touriñán: «Un día me olvidé a mi mujer en la playa»

La Voz

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20 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Fue un niño que soñaba con ser bombero, como su padre. Ahora es un bombero con alma de niño. Vivió los primeros 25 años de su vida en la calle Adelaida Muro, en Monte Alto, donde también residía el capataz de los bomberos coruñeses, Emilio Paz, y otros cuatro profesionales más. «Se iban a ayudar, veía a mi padre... Aunque empecé a trabajar con 14 años en la juguetería Estrada de la calle Real en cuanto pude me presenté a la oposición, es lo que quería desde pequeño», recuerda Carlos García Touriñán, en la actualidad director de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento. Cumplió 53 años en septiembre y tiene dos hijos de 25 (policía nacional) y de 22 (estudiante). «Lo que más echo de menos es que me he perdido su infancia y juventud. Fíjate que me enteré que el mayor era policía nacional cuando acabó. Tengo muy poco tiempo para mí», asegura. Su mujer, Laura, soporta sus maratonianas jornadas laborales, fines de semana y festivos incluidos, desde hace 27 años. «Ahora se acostumbró, pero hubo una época en que lo llevaba mal. Un día me la olvidé en la playa. Fue en el verano de los incendios del 2006 y estábamos en Santa Cruz. Me llamaron y salí pitando. Al día siguiente recordé que no la había dicho nada y la dejé allí sin coche. Tuvo que coger un taxi», recuerda.

Cuatro horas de sueño

A las doce de la noche se acuesta y a las cuatro de la madrugada «ya estoy haciendo cosas. Cuando una noche no suena el teléfono me preocupa», comenta. En mayo cogió una semana de vacaciones y no tiene pensado disfrutar de más días libres. A las siete y media se presenta en el trabajo y dedica la primera hora a hacer deporte. «Tengo que estar bien físicamente porque siempre que me dejan me pongo el traje de bombero, la última vez en el piso que ardió en la torre Hercón», destaca. Ya pasaron muchos años desde su primera intervención. «Mi primer incendio fue en la cuesta de San Agustín, encima del colegio de Aparejadores», recuerda. Se le viene a la cabeza el terrible suceso del Orzán o el más reciente, en la estación de San Cristóbal, cuando estuvo con los familiares coruñeses de los viajeros del Alvia. «Una señora me dijo, devuélveme a mi hijo que ya se me murió otro», rememora con tristeza. «Nuestro trabajo es salvar a la gente y sino puedes hacerlo...».

Seguridad en la cabalgata

Dice que está atento a todos los sucesos que ocurren en el mundo para «ver lo que hacen en otros sitios en casos de emergencia, Tras lo que ocurrió el año pasado en la cabalgata de Reyes de Málaga tuvimos varias reuniones para analizar qué se puede hacer, como por ejemplo lanzar los caramelos desde más lejos», comenta García Touriñán, todo un experto en el mundo de la seguridad. «He tenido suerte en la vida porque siempre tuve un buen equipo», asegura este hombre que un día vio cerca el final en un incendio en la Ciudad Vieja. «Se cayó parte del techo y me quedé sin manguera. Pensé, de esta no me sacan, pero un compañero me ayudó», recuerda Touriñán, que considera que A Coruña, tras los accidentes del Cason, el Mar Egeo, el Prestige o la caída del vertedero tiene un máster en grandes emergencias.