«El claustro de Toxosoutos lo salvó mi abuelo»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO NOIA / LA VOZ

FIRMAS

MARCOS CREO

Este barbanzano de adopción disfruta de los veranos y de su gran casa en Noia desde la niñez

01 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El apego personal de Felipe Bárcena Varela de Limia (Madrid, 1946) a su casa de verano es mayúsculo. Recibe a sus visitas con la mayor hospitalidad, y su conversación es como un libro abierto. No solo del pazo Pena do Ouro, que heredó hace 35 años, sino de cualquier tema que tenga que ver con la historia y patrimonio de Galicia; en la que su familia jugó un papel fundamental en algunos de sus capítulos más importantes, como la creación de la Caja de Ahorros de Vigo.

-¿De dónde viene el nombre al pazo?

-Ahora le llaman A Pena do Ouro, pero el nombre antiguo era A Pedra do Ouro, y así fue hasta el siglo XVI. A partir de ahí fue la Peña del Ouro, y ahora, a finales del XX y ya en el XXI, le han puesto A Pena do Ouro.

-¿Y es correcto?

-No. Lo correcto sería A Pedra do Ouro y creo que su origen viene de una leyenda. Pero es una suposición.

-En la web del Concello de Noia se dice que este pazo es del siglo XX... Algo que resulta difícil de creer a simple vista.

--En el siglo XX mis abuelos hicieron una reforma pero no se construyó el pazo, que tiene partes que son del XVI, como la fachada oriental. También hay partes que son del XVII y del XIX....

-Entonces abarca cuatro siglos

-Más, porque aquí ya había casa en el XIII.

-¿Y ya era de su familia?

-No, era propiedad del monasterio de San Paio de Antealtares, pero estaba aforado a varias familias de Noia. Los primeros, en el siglo XV, fueron los Afonso, y en el XVI y XVII fueron los Acosta, pasando posteriormente a los marqueses de Mos. Luego, hace más de 150 años, lo compró un tío tatarabuelo, don Segundo de Hombre, que era notario en Noia, igual que lo había sido su padre.

-Hablando de monasterios, está publicado que aquí se conserva el claustro de Toxosoutos...

-Hay muchos libros escritos sobre eso, incluso de gente de Noia. El claustro de Toxosoutos lo salvó mi abuelo cuando lo compró en 1923, ya que se encontraba en ruinas y le había faltado uno de los tramos. Hay que pensar que ese monasterio nadie se preocupó de recuperarlo hasta los años noventa, y mi abuelo, don José Varela de Limia y Menéndez, Vizconde de San Alberto, que estaba preocupado por su conservación, se lo compró al Arzobispado de Santiago.

-Su abuelo también tuvo algo que ver con el actual instituto de San Alberto, ¿no?

-Él donó los terrenos al Ayuntamiento, y luego se hizo el instituto, que se llama Campo de San Alberto... Lo que no entiendo es por qué no se llama Campo del Vizconde de San Alberto.

-Mantener una propiedad como este pazo tiene que ser complicado y costoso...

-Una casa así solo se mantiene con voluntad... el dinero viene después. Está claro que cuesta mucho dinero, y eso no se le escapa a nadie. Hay gente que tiene el capital pero no está entre sus prioridades. De todas formas, lo que llevo peor es el tiempo que me roba casi todo el año y las preocupaciones. Las pequeñas obras de mantenimiento son constantes.

-¿Y quebraderos de cabeza?

-Sí. Problemas con los vecinos, con la Administración, con el fisco...

-¿A cuándo se remonta su relación con la casa?

-Yo veraneaba de niño, pero luego fue colegio de las Jesuitinas durante 23 años por una tía mía que era monja y quería que el culto abierto al público que existió siempre en la capilla se mantuviese.

-Si la declarasen Bien de Interés Cultural (BIC) su casa tendría que abrirla al público un día a la semana, ¿lo llevaría bien?

-Todo tiene su cara y su cruz. El hecho de que sea BIC tiene unas ventajas fiscales... y habría que abrirlo al público, cierto, pero ¿cómo se reparten los costes que genera ese servicio? Piensa que habría que tener a un señor o señora con sueldo y seguridad social para que haga esa labor, y necesitas vigilancia también... ¿Cuántas personas pueden acceder? Ese tema no está muy claro...

-Usted, de guía, ¿no acaba de verse?

-Pues no, sería absurdo. Aunque lo haría bien... igual que de Noia, y lo digo sin reparos.

-¿Qué le llamaba la atención en su infancia cuando venía a Noia en verano?

-Todos los balcones de las casas tenían bolas de cristales en las esquinas, y eso era muy bonito. Era un adorno, pero cada una tenía un color diferente. También había miles de golondrinas en la villa en esa época, y anidaban bajo los balcones. Me acuerdo mucho de los partidos de fútbol del Noia, que cuando eran importantes tenían siempre banda de música, y muchas veces venía la de Ferrol, supongo que tenían buena relación.