El regreso del minotauro

TAREIXA TABOADA OURENSE / LA VOZ

FIRMAS

Santi M. Amil

La permanencia del genio de Quessada en Vilamarín

19 ago 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

«Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos?», escribía Rimbaud después de Una temporada en el infierno. Tal vez era ahí donde el Xaime más visionario recreaba su imaginario alegórico propio en grito contra la barbarie, la injusticia, la violencia y la intolerancia. Un grito de libertad más allá de los confines limitados del espacio del cuadro, del soporte físico, atávico. Una actitud combativa contra el anti humanismo, el totalitarismo y el canibalismo artístico de los reductos endogámicos del mundo envidioso y ruín, pantanoso y pequeño de la fama provinciana, de los críticos vendidos y de artistas sin talento que se convierten en intelectuales de barra, pedantes insoportables de miradas apáticas, vagas y consentidoras. «Los sueños de la razón, cuando piensan crean monstruos, por lo tanto, le invito humildemente a usted, a que razone menos y sienta más?» (De Cuentos crueles, X. Quessada).

El gigante Quessada como genio creador es difícil de encuadrar, en una única categoría estética. Ya en la Galicia de los sesenta enxebrista y costumbrista, en sus paisajes melancólicos y taciturnos, Xaime introdujo la abstracción en sus representaciones paisajísticas con su visión cosmopolita, pintadas «con po de ás de bolboretas» refiriéndose Blanco Amor a estas obras. Innovó y amplió el lenguaje utilizando los estilos conocidos de forma ecléctica. En la retrospectiva de Vilamarín, Quessada se ve representado en sus múltiples lenguajes: de la abstracción pura y lineal de Percepción II, Percepción conceptual o Concepto estructural a la texturizada por masas, materia gestual y magma abigarrado de la extensa serie Los Oextrinnios de la más intensa monocromía degradada a la volumetría y equilibrio mediante raspados, incisiones, ralladuras, estarcidos, plantillas, texturas y reconquista del color.

Sin embargo, el drama esta presente en su poética de formas. Una humana y trágica visión que le exige el compromiso con la figuración como lenguaje expresivo.

Barroquismo

El barroquismo de Quessada, su personalidad fascinante, magnética y lúcida, su espíritu generoso y combativo, su infinita imaginación y pasión arrebatada, su aguda ironía e inteligencia así como un talento creador capaz de asimilar y reinventar los lenguajes plásticos, hace que su obra escape a una clasificación. Realismo mágico, naif, minimalismo, informalismo, constructivismo, romanticismo, surrealismo, pop erótico, un dibujo de gran precisión y lirismo picassiano. Mundos imaginarios cercanos a Chagall. Visiones de la intimidad, de la dulzura femenina en presencias anónimas que reivindican el triunfo de la belleza. Un artista multiforme y polifónico: «Lo importante es que el hombre domine los estilos y no al revés» (Quessada).

La presencia del cubismo en la serie La música, síntesis entre formas femeninas y planos aristados que crean un efecto de persiana en sus pliegues laminados y de ascensionalidad. Un espacio figurativo en el que las formas rítmicas se entrelazan en movimiento congelado e inestable equilibrio dejando entrever sus nínfeas carnaciones, en un caos ordenado y complejo, un pandemonium en el que las figuras se reverberan en planos cromáticos de distintas intensidades. Y sugieren una repetición descentrada de la misma figura en movimiento, entendidas como estructuras geométricas, sólidas y densas, bajo la aparente ingravidez de sus cuerpos suspendidos en equilibrio sobre la punta de los dedos de sus pies. Multiplicando los puntos de vista, introduciendo los pasos o ligeras interrupciones de la línea de contorno, fragmentando volúmenes, en una revisión del cubismo de Picasso, o de María Blanchard en la anatomía de las luces.

Bailarinas de ballet que se sumergen ingrávidas en un mar de esferas levitantes como burbujas mientras el cráneo descarnado del minotauro centra una composición como elemento perturbador, como memento mori, desafiante, inquietante, mira atentamente al espectador, expectante? Nada es arbitrario, superficial o casual en la obra de Xaime.

Todo tiene su valor estético, simbólico o conceptual. Volumiza con claroscuros y gradaciones de color envolviendo con un sfumatto misterioso algunas composiciones. El Quessada expresionista une a su compromiso político una distorsión del dibujo que remite a Bacon, a Ensor en la mascarada, de la serie Carnaval.