Un tren de 380 toneladas a 190 kilómetros por hora almacena una energía titánica. En condiciones normales los frenos pueden hacerse cargo de ella y llevar al convoy y sus pasajeros a una situación segura. El accidente del pasado día 24 fue la consecuencia de una serie de situaciones anómalas. Una conjunción de factores que nunca debió darse. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué?
El Alvia 151 circulaba por una vía de transición. De un trazado con prestaciones de alta velocidad, con curvas amplias, tenía que pasar a otro diseñado bajo un conjunto diferente de criterios. Uno de los más importantes: reducir la afectación de las vías sobre las poblaciones vecinas utilizando trazados ya existentes.
El sistema de protección instalado en esa zona de la vía corresponde escrupulosamente a la normativa: el ASFA (anuncio de señales y frenado automático). Su característica más elemental es impedir que un tren rebase una señal en rojo, evitando colisiones entre trenes. ASFA no hace nada, sin embargo, si el tren rebasa una señal en verde (vía libre) a una velocidad admisible. Aquel Alvia podía, potencialmente, circular a 200 kilómetros por hora sin hacer reaccionar al sistema. ASFA, además, no entiende de curvas. Tan solo de señales. Siempre se ha considerado un sistema aceptable y seguro en vía convencional.
En las vías de alta velocidad existe un segundo sistema, el ERTMS, que no se limita a controlar el paso por las señales. ERTMS regula la velocidad del tren en todo momento. Permite cierta libertad al maquinista para ajustar su marcha. Impone su criterio si se superan velocidades que, según su programación, sean inadecuadas para el trazado de la vía. ERTMS sí entiende de curvas.
¿Causó el accidente un error humano, fuera del ámbito de actuación del sistema ASFA? Quizá. ¿Habría ocurrido lo mismo de estar instalado el sistema ERTMS en todo el trazado? Muy probablemente no. ¿Conocemos ya todas las circunstancias de este suceso? Rotundamente no. En las circunstancias actuales debemos movernos con un respeto exquisito. Ante todo hacia las víctimas y sus familiares. Pero también hacia ADIF, Renfe y el maquinista del tren. Los sistemas complejos sufren accidentes complejos. Toca esperar y vigilar.
Iván Rivera es ingeniero de telecomunicaciones y consultor en tecnologías de la información aplicadas al ferrocarril.