«No todos los árabes andan con la metralleta y contra el mundo»

FIRMAS

GUSTAVO RIVAS

«En Libia logré escabullirme del espía que nos puso Gadafi a cada periodista»

14 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Periodista, arabista y traductora, Celeste Seoane Míguez vivió cinco años en El Cairo tras terminar la carrera de Filología Árabe en Madrid. Fue precursora de programas como Españoles en el mundo y ahora dirige el departamento de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas, el único existente en todo el noroeste español.

-¿Por qué el chino es ahora el idioma de moda y no el árabe?

-Hoy en día abundan las noticias del mundo árabe negativas. Eso crea estereotipos que generan miedo hacia esta cultura.

-En las películas y series que llegan de los Estados Unidos, el que habla en árabe es el malo de la película o un terrorista. Y suele salir muy enfadado.

-Antes eran los rusos y ahora son los árabes. Lo del estereotipo del «árabe malo» nos lo colocan hasta en los dibujos animados, como Aladino. Es una manera de hacer propaganda.

-¿Cree que todos tenemos una visión demasiado «estereotipada» del mundo árabe?

-Es que ni lo que sale en las noticias ni la inmigración marroquí son representativos. No todos los árabes andan con la metralleta y contra el mundo, porque eso lo tenemos en todas las culturas. ¿Alguien conoce algo de la música que se hace allí?

-Aquí llega poca cosa.

-Lo máximo que llega es Cheb Khaled. Y ni siquiera pronunciamos bien su nombre. Tenemos esa Kh ahí, que siempre la decimos mal. Debería ser como una jota.

-Ahora hay programas que siempre sacan a un gallego que ha triunfado en un país árabe y vive rodeado de rascacielos.

-Yo fui la primera en hacer ese tipo de documentales en la tele. Empecé con una sección en Galeguidade (programa que más tarde se llamaría Encontros), que era como el actual Galegos no mundo. Fue una idea mía que no registré y ahora me arrepiento. También trabajé como corresponsal en El Cairo para varios medios.

-¿Qué está pasando en Egipto?

-Creo que las fuerzas revolucionarias deben unificar sus filas y presentarse como una alternativa convincente para las masas, con el fin de asegurar su victoria. Hay que darles tiempo, porque aún no cuentan con suficiente organización, ni suficiente programa, ni suficiente apoyo.

-Lástima no haber podido cubrir, como periodista, las «primaveras árabes», ¿no?

-Las viví desde aquí. Mis amigos estaban en la manifestación de la plaza Tahrir, en El Cairo. Yo les hacía de vínculo cuando les cortaron las comunicaciones.

-En los noventa pudo conocer a todos los líderes de la época.

-Sí, Bill Clinton, Yaser Arafat... Como corresponsal estuve en Libia, con Gadafi, que le ponía un espía a cada periodista. Menos mal que logré escabullirme del que me puso a mí. Salí por la puerta de atrás del hotel con otra periodista.

Celeste Seoane directora del departamento de árabe de la escuela oficial de idiomas