El veneno anda suelto en el entorno

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

FIRMAS

En la derecha se ve la diferencia existente en la autopista del Val Miñor entre la hierba seca de la cuneta y la posterior verde.
En la derecha se ve la diferencia existente en la autopista del Val Miñor entre la hierba seca de la cuneta y la posterior verde. m. moralejo< / span>

Los herbicidas se echan de forma indiscriminada por las cuentas de autopistas, autovías y otro tipo de carreteras, como se puede apreciar en las existentes entre Vigo y O Val Miñor

07 jul 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Generalmente no nos fijamos en estos detalles, pero circulando por la AG-57 entre Vigo y Bayona, o por la AP-9, o por autovías, vías rápidas y carreteras de cualquier Concello situado entre Vigo y el Val Miñor podemos observar estos días un fenómeno curioso que se repite en muchos tramos. Existe una frontera, una línea perfectamente trazada, que separa la vegetación verde y frondosa al fondo y la misma vegetación, pero completamente seca, en las proximidades de la carretera. Este extraño contraste tiene una explicación: estamos circulando por una zona en la que se aplicaron herbicidas.

A la industria química le gusta utilizar eufemismos para denominar a sus inventos de forma amable, pero el herbicida es sencillamente veneno; un producto diseñado para matar de la forma más rápida y eficaz posible, en este caso a la vegetación. No es casualidad que muchas de las sustancias que los componen se desarrollaran paralelamente para su aplicación en la industria agrícola y para su uso militar. La penicilina se descubrió por casualidad, pero los pesticidas no.

El uso de herbicidas en las carreteras se generalizó tras la última gran oleada de incendios en el verano de 2006, en los que parecía que la AP-9 era el epicentro lineal de los mismos. La solución propuesta, similar a la de Bush sugiriendo talar bosques para evitar incendios, pasaba por eliminar la vegetación de las cunetas, y para eso, nada mejor que el herbicida.

Es un buen ejemplo para ilustrar este tipo de ideas que parecen brillantes cuando se le ocurren al iluminado de turno cómodamente sentado en un despacho pero que resultan una chapuza, muy cara y contraproducente, cuando se aplican en el mundo real. La vegetación seca al borde de la carretera por el uso de herbicidas, lejos de minimizar el riesgo de incendios, lo aumenta exponencialmente.

Pero si la idea no funciona como solución a los incendios, todavía peores son sus consecuencias ambientales. La vegetación eliminada de raíz incrementa la erosión, y el riesgo de desprendimientos que son un factor de riesgo para la seguridad vial. El veneno también discurre por el suelo y se incorpora a la cadena ecológica; salta a los invertebrados, y desde ellos a las aves insectívoras y a los mamíferos. Como resumía Enrique Valero hace unas semanas en La Voz, estamos envenenando a Espinete. Poco a poco creamos en los márgenes de las carreteras ríos y lagos tóxicos que terminarán contaminando finalmente las aguas subterráneas y más tarde o más temprano llegarán a nuestra propia especie.

El glifosato es uno de los herbicidas más comunes para este tipo de tareas. No es tranquilizador comprobar que estas sustancias andan sueltas por las cercanías, aunque ver sus efectos en las cunetas mientras circulamos velozmente en nuestro coche parece inmunizarnos frente a sus peligros, pero lo preocupante es saber que nuestro contacto con ellas es más cercano de lo que nos gustaría. En realidad el contacto es íntimo, porque las llevamos dentro. Un reciente estudio a nivel europeo de Amigos de la Tierra, en el que participamos voluntarios y voluntarias de Vigo proporcionando nuestras propias muestras biológicas, demostró que al menos un 40% de vigueses y viguesas tenemos presencia de glifosato en nuestro organismo.

La noticia es preocupante, pero ya puestos a amargarnos el día, recordemos que el glifosato es solamente una entre más de 800 sustancias disruptoras endocrinas y químicas de síntesis que, sin haber sido probados en absoluto sus efectos para la salud humana y el medio ambiente, llevamos décadas liberando alegremente y que todos y todas tenemos ya en el interior de nuestros organismos. No es alarmismo ecologista, son datos concretos de la Organización Mundial de la Salud.