El fiscal acusa de violación a un profesor jubilado y le pide 7 años

xosé Carreira LUGO / LA VOZ

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El acusado explicó que la relación fue consentida a cambio de 50 euros

06 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Un profesor jubilado de Burela fue acusado por el fiscal de un delito de violación y pide que le sea impuesta una pena de siete años de prisión. El imputado, C. P., de 62 años, negó categóricamente los hechos en el transcurso del juicio que se celebró ayer en la Audiencia Provincial de Lugo.

De acuerdo con el informe elaborado por la acusación pública, el imputado contactó con una mujer de nacionalidad dominicana en un pub burelés sobre las tres de la madrugada del 11 de septiembre del año 2010. Acordaron irse juntos al domicilio del procesado. Al llegar al mismo, dice el fiscal que el acusado se abalanzó sobre la mujer con la intención de mantener relaciones sexuales, pero esta supuestamente le dijo que no quería.

El fiscal estima que el profesor «hizo caso omiso a la voluntad» de la víctima y presuntamente llegó a tirarla al suelo, colocándose encima de ella. La acusación estima que le sacó diversas prendas de ropa y que trató de mantener relaciones sexuales con ella, pero solo lo logró en parte dada la resistencia de la víctima.

También mantiene el acusador público que la mujer trató en todo momento de evitar el ataque, sin embargo el acusado supuestamente la inmovilizó sujetándole los brazos contra el suelo por encima de la cabeza.

Como consecuencia del supuesto ataque, la mujer sufrió lesiones consistentes en una contusión costal izquierda y hematoma en el glúteo izquierdo. Tardó 34 días en reponerse.

El fiscal considera que los hechos son constitutivos de un delito de violación y de una falta de lesiones. Además de los siete años de cárcel solicita que el acusado no pueda aproximarse a la víctima durante un tiempo de diez años. Por la falta, la solicitud de pena es de 12 días de localización permanente.

El acusado negó categóricamente los hechos. Explicó que acudió al bar de siempre y se encontró con la joven detrás de la barra. Cruzaron dos palabras, tomó una caña y marchó.

A los pocos días, cuando iba con unos amigos, se cruzó con ella por la calle y le anunció que ya no trabajaba en el bar. Aprovechó el encuentro para decirle que si le apetecía tomar un café que los acompañase. Incluso la invitación la pagó una de las personas que estaban en el grupo.

El profesor explicó que ella en algún momento le tocó al pelo y le dijo que podía cortárselo porque era peluquera. En ese encuentro también se intercambiaron los números de teléfono porque ella le dijo que si sabía de algún trabajo que la avisara.

Desde el momento en que la mujer tuvo el teléfono del acusado, según la versión de este, comenzó a mandarle mensajes y a pedirle dinero para poder irse de España.

La madrugada en la que ocurrieron los supuestos hechos, el acusado explicó que se dirigía a un bar de Burela a echar un bingo y una copa. Luego pasó por el pub donde estaba ella. Al verlo, «me dio un abrazo y me dijo que si quería algo, eran 50 euros». Le respondió que no tenía dinero encima y ella supuestamente le dijo: «ya me lo darás mañana».

A posteriori fueron a casa del acusado, pasaron al dormitorio y se percataron de que no tenían preservativos. Esta circunstancia, en opinión del acusado hizo, que no mantuvieran relaciones sexuales. Reconoció que se habían dado un revolcón, pero nada más.

A posteriori, explicó el acusado, ella le pidió que la la llevara a la casa de unos primos. A los dos días volvieron a quedar y él le dio los 50 euros, «pero ella empezó a pedirme, incluso por mensajes, hasta 2.000». Al decirle que no tenía esa cantidad la presunta víctima le respondió: «si eres tan pobre, te devuelvo los 50 euros». En algún momento, recordó el profesor jubilado, llegó a mandarle mensajes que consideró intimidatorios diciéndole que tenía mucho que perder.

El acusado declaró que la mujer llegó a pedirle 2.000 euros