Te imagino, estimado letrado y catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Vigo, con el corazón partido entre el amor filial y el jurídico. Te prodigaste en prensa, radio y televisión porque una sentencia judicial lleva a tu nieta Claudia a vivir con su padre a Oviedo en lugar de hacerlo, como hasta ahora, en Ourense, con su madre, tu hija. ¡Cuánto dolor! Tú, que eres un amante del derecho, un defensor de ese mandato constitucional que pone en manos de jueces y magistrados la administración de la justicia, tuviste que coger la pancarta para reclamarla. Y aunque la frialdad me lleve a pensar que la Audiencia de Oviedo es justa cuando le concede al padre la custodia de tu nieta y que el Juzgado de Primera Instancia nº 7 es justo cuando ordena cumplir la decisión, el corazón me empuja a tu lado en esta lucha desigual entre emotividad y legalidad. Bien sabemos ambos que el corazón tiene razones que la razón no entiende. El tuyo está cargado de razón. Sé que no eres como Belén Esteban pero sé también que eres un luchador y que con la ley en la mano intentarás que corazón y razón vayan a la par en el futuro de tu nieta.