Cristina Goás: «Mi marido sabe que soy un poco traviesa»

FIRMAS

PACO RODRÍGUEZ

21 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es una mujer primaveral. Llega a la entrevista perfectamente arreglada. Como siempre. «Soy coqueta por naturaleza. Me gusta llevar el pelo bien e ir a la moda en la medida de lo que la economía me permite. Soy rápida en arreglarme y hasta cuando salgo a caminar voy conjuntada. Me preocupo de mi estética, interior y exterior, pero no soy descarada ni cursi. Hago ejercicio. No me quiero abandonar. Cuido la alimentación», comenta. Es muy expresiva. Compartimos el aperitivo en el local +Jamón, muy cerca de la escuela Presto Vivace, que dirige y en la que trabajan 23 personas que forman a más de 300 alumnos. Pide un albariño. «Hoy me lo permito, pero el pan y el salchichón no», dice mientras señala la tapa que nos sirvió el camarero. Es géminis, de los que se dice que tienen doble personalidad. «En mi caso es triple o cuádruple», asegura. Es madre de tres hijos, Silvia, de 21; Leticia, de 13, y Fernando, de 11. «Es lo más difícil, no sabes qué hacer. No hay manual. Acabo llamando a mi madre, que tuvo cinco hijas y la experiencia es un grado», comenta Cristina Goás, que no quiere desvelar su edad. «Una vez cumplidos los 40 ya me quedé. Y no te digo más», apunta sonriente.

La noche coruñesa

Confiesa que de vez en cuando fuma un pitillo y que le encanta salir de noche. «Siempre me gustó la noche coruñesa, pero ahora tomo Coca-Cola Zero. Hace poco estuve en la Fundación y bailé hasta muy tarde», reconoce. «Mi marido sabe que soy un poco traviesa», apunta esbozando otra gran sonrisa. La música, y no solo la de la pista de baile, es su gran pasión. «Es mi vida. Los grandes clásicos de siempre me acompañan todos los días, pero valoro las nuevas tendencias, las fusiones que está habiendo. Soy clásica y moderna. Mi hija Leticia empieza este año primero de grado profesional en el Conservatorio. Es una gran pianista. A mí me encantaba, pero soy de poco talento, me costaba muchas horas», reconoce. Dice que la creatividad e imaginación son su gran virtud, y en el capítulo de defectos... «Soy muy exigente, autoritaria de más. Un poco mandona. Me paso».

Etapa política

Durante ocho años fue concejala del PP en la oposición. «Me dio un conocimiento muy grande la ciudad. Fue un máster. Lo peor son los equipos directivos de los partidos, que son como un muro. La jerarquía... Demasiado organigrama», reflexiona. No descarta volver a la vida pública algún día. «Ahora estoy preparada. Volvería con un proyecto nuevo basado en el que el cliente es el ciudadano, como en una empresa. Los tiempos cambian y hay que reconvertirse. Para mí las personas son lo más importante», asegura esta urbanita a la que le gusta el campo siempre y cuando haya gente a su alrededor. Dice que los canelones son su plato estrella pero que tiene poco tiempo para la cocina. Cuando puede va al cine y no hay verano en el que se prive de una escapadita a la isla de A Toxa. «Me gusta el mar», dice Cristina, apasionada de la música y de los Cantones.