Tras las huellas de Valle-Inclán en Bélgica

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN /LA VOZ

FIRMAS

Un investigador halla pruebas del viaje que el escritor hizo a Bruselas en 1920

09 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En 1920 Ramón María del Valle-Inclán tiene 54 años, lleva ocho viviendo en Galicia y publica uno de sus libros fundamentales, Luces de bohemia. Es también el año de un viaje del que hasta ahora solo existían indicios, pero del que ha hallado pruebas sólidas el profesor y especialista en Valle Antonio Espejo Trenas. Mientras buscaba documentación sobre el autor gallego para su libro El eco de la palabra localizó en el archivo de la Residencia de Estudiantes una entrevista de Valle con un periodista español en Nueva York, centrada en su viaje a México con motivo del centenario del país. El informador pregunta directamente al escritor sobre su estancia en Bélgica a comienzos de ese mismo año, a lo que responde con detalles sobre su presencia en el homenaje a Émile Verhaeven, poeta y dramaturgo belga fallecido en 1916.

Antonio Espejo apunta a la declarada aliadofilia mostrada por Valle durante la Primera Guerra Mundial, recogida en sus crónicas sobre el frente francés para El Imparcial y reformulada posteriormente en La medianoche, así como su «admirada valía intelectual». «En Bruselas compartirá tribuna con el rey Alberto (amigo personal de Verhaeren), el representante de la Academia Francesa y los principales embajadores de las potencias aliadas», enumera el investigador, quien actualmente escribe un libro sobre su hallazgo.

Existía, también, un vínculo amistoso y estético entre Valle y Verhaeven. Primero, la admiración que sentía el gallego por un amigo del belga, Maurice Maeterlinck, de quien intentó sin éxito el montaje de su obra Interior. Segundo, el viaje de Verhaeven a España a finales del XIX junto al pintor Darío Regoyos para preparar su serie España Negra, afín a los juicios estéticos de Valle. «La proyección de una España mágica, supersticiosa, grotesca y atemporal prevalece en buena parte del teatro y la prosa de Valle-Inclán hasta la propia escritura de los Esperpentos», indica Espejo.

El investigador también aporta claves para entender el olvido en el que se sumió el viaje a Bélgica. Influyeron tanto el «aislamiento social del escritor en su retiro coruñés del Casal de la Merced», que dificulta la llegada de noticias suyas a los medios madrileños, así como la huelga de periodistas en la capital que dejó «multitud de noticias sin cubrir». A ello se añaden también los problemas económicos de la aventura agrícola del autor. Poco después iría a México, un viaje del que sí se informó profusamente y que ocultó el belga, pero que ahora ya está fijado en su biografía.