Tercera vía de justificación: son suaves. «¿Quién y dónde ponemos el límite?», se preguntaron los miembros de No Más Novatadas. «No vejamos a nadie», respondía un colegial. Pero es que «lo que es vejatorio no lo marca el que veja, si no el vejado». Lo que es gracioso para una persona, otra lo puede sentir como una humillación.
Otro argumento: son una tradición. Lo son. Ya El Buscón las reflejaba y hay constancia histórica de que en Santiago se practican, al menos, desde el siglo XVIII. «También la esclavitud fue una tradición, o lo es la ablación de clítoris en ciertas culturas», responde González-Dopeso, a lo que los colegiales argumentan que la comparación poco tiene que ver, y vuelta a empezar: no vejan, no humillan, no violentan. Eso lo hacen otros colegios. Y sin embargo, las novatadas están prohibidas, fuera de la ley. «Hay jueces y fiscales que están deseando que haya denuncias», avisa Lage.