Pronto hará un mes desde que se produjo la reorganización del gobierno municipal. Entonces, fuimos muchos los que aplaudimos a Abel Caballero por apartar a Isaura Abelairas de la Concejalía de Cultura. Fue una medida profiláctica. Necesaria para cortar la sangría sufrida por la cultura viguesa desde la llegada de la veterana edila a este departamento. No sé si el alcalde se dio cuenta de que la concejala no estaba a la altura de sus administrados o, realmente, se limitó a hacer un guiño a la galería, consciente de que en última instancia es él quien dirige todos los departamentos municipales. En cualquier caso, no podía ser.
Desde comienzos de febrero, el departamento de Cultura está dirigido por Cayetano Rodríguez, un concejal que venía ocupando las funciones de Comercio y Turismo, aunque con escasa presencia pública. Es pronto para intuir por dónde van sus intenciones, pero de momento es una concejalía fantasma. Un conjunto vacío. La única aparición de Cayetano Rodríguez como edil del gremio en todo este mes fue para posar junto a Daniel Diges en la presentación del musical La Bella y la Bestia y hablar de la importancia económica de este tipo de espectáculo. Miedo da la manifestación, aunque tampoco extraña ya que, desde hace tiempo, este parece el único criterio que mueve el mundo. Exterior e interior. Así pues, esperemos. Aguardemos a que el concejal de Cultura diga esta boca es mía y estas son mis obras. No vaya a ser que Caballero haya elegido a un concejal que se distingue por pasar desapercibido. Son muchos los frentes abiertos que aguardan una solución, algunos de ellos en peligro de extinción, como le ocurre al Festival Sinsal. El alcalde debe saber que no toda la promoción cultural es coral y polifónica, aunque, realmente, haya mucho cantante suelto.
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