Censuras, investigaciones e ingratitudes

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

21 ene 2013 . Actualizado a las 13:56 h.

Medio millar de personas (entre ellas cualificados dirigentes socialistas) recorrieron ayer las calles de Vilamartín de Valdeorras para protestar por la moción que mañana desalojará al PSOE de la alcaldía en favor del PP. Es la primera censura tras las municipales del 2011. Contra lo que viene siendo habitual, en Vilamartín no hay felones ni traidores. Las aguas vuelven a su cauce y la derecha al gobierno del Concello. Una guerra de partido (¿o de intereses?) había dividido al PP en dos candidaturas. La oficial sacó 406 votos y los escindidos, 404, sumando ambos 810 votos y 7 concejales. El PSOE logró 444 votos y cuatro ediles. Lo normal es que gobierne la derecha con su mayoría absoluta y que el PSOE esté en la oposición. Por cierto, los socialistas que protestaban en el día de ayer en Vilamartín por perder el gobierno minoritario son los mismos que preparan la moción de censura en Cuntis para desalojar al PP, también gobernando en minoría. Es uno de los dos ejemplos de incoherencia política de estos siete días. El otro es el rechazo del PP a una comisión de investigación pedida por el PSOE sobre los contratos en la Diputación ourensana. Quienes hoy frenan la investigación son los que se rasgaban las vestiduras cuando el Concello de Ourense, gobernado por PSOE y BNG, se negó a investigar el caso de los paneles o el derroche del parque botánico de Montealegre. Y viceversa, los que ahora claman contra el veto de Manuel Baltar son los mismos que lo utilizaron en la capital. Quieren investigar solo cuando están en la oposición y en aras de réditos políticos pero nunca en aras de la transparencia, la pulcritud y el comportamiento ético que deben brillar en la función pública.

La frase «En la Diputación de Ourense entramos todos igual, enchufados. Mi suegro fue a hablar con él (Baltar) y así empecé, dijo en La Voz Francisco Javier Arias, yerno de Vicente García, exalcalde del Concello de A Veiga ya fallecido. Empiezan a florecer en la Diputación estos personajes. Mientras chupaban de la teta, José Luis Baltar Pumar era el Dios y los que denunciaban sus prácticas, diablos. Ahora que la teta no da muerden la mano que les dio de comer. Quien arremete contra Baltar se abstuvo de decirle a su suegro: «¡Que no, Vicente, que no! No quiero que me metas a dedo. No quiero chanchullos y te pido que influyas para que en la Diputación entren los más capaces y no los más amigos». Cuando lleva 15 años enchufado quiere seguir, con el aplauso de la justicia que bendice estos casos de nepotismo, hasta la jubilación. Su caso es reflejo de lo que ocurrió en la Diputación pero, también, de la naturaleza humana, aduladora hasta la extenuación cuando obtiene réditos e ingrata hasta el insulto cuando se terminan. «Cada vez que doto una vacante hago cien descontentos y un ingrato», dijo el rey de Francia, Luis XIV, en el siglo XVIII y también lo podría decir el virrey Baltar en el XXI.