Las señales, víctimas de la dejadez y del paso del tiempo

marta valiña CARBALLO / LA VOZ

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Una señal tirada en la parroquia de Noicela
Una señal tirada en la parroquia de Noicela JOSE MANUEL CASAL

09 ene 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Oficialmente se les denomina señalización vertical (la horizontal es la que se pinta sobre el asfalto), pero en muchos casos su designación no es más que ironía. En la Costa da Morte no hace falta recorrerse muchos kilómetros, ni adentrarse por carreteras casi desconocidas y poco transitadas para encontrarse un buen puñado de ejemplos de indicadores tirados por el suelo. Abandonados en las cunetas después de haber sido víctimas de accidentes de tráfico, tumbados a escasos centímetros del suelo tras sufrir los efectos de los temporales, o simplemente arrancados (y no repuestos) durante tareas de desbroce, canalización de servicios o reasfaltado.

Las principales vías de comunicación de la comarca, como la AC-552, o las más nuevas, como la AC-418 (Carballo-Malpica) y la AC-422 (Buño-Ponteceso), son las mejor conservadas, aunque merecen una mención especial las «señales fantasma» -tapadas con una especie de sábana-, fruto de la ralentización de las obras de la autovía Carballo-Berdoias. Sin embargo, en las secundarias, la colección de indicadores, rotos, destrozados y víctimas del implacable paso del tiempo es interminable. Las hay que han perdido los colores y son casi irreconocibles. Otras se han oxidado hasta casi desaparecer y en algunos casos (en la carretera de Carballo a Razo, por ejemplo) son solo trozos de hierro retorcidos que ocupan las cunetas y pueden suponer un peligro más para peatones y automovilistas. Algunas señales presentan el mismo lamentable estado desde hace años y ni siquiera las han cambiado, ni retirado, cuando los responsables de mantenimiento de las vías han llevado a cabo labores de asfaltado.

En los mejores casos, y quizás pensando en los conductores cortos de vista, han optado por colocarlas por duplicado. En distintos tamaños, como ocurre en Laxe, en el cruce de la carretera de A Ponte do Porto, donde es evidente que no pueden pasar los camiones de más de diez toneladas. Queda claro por partida doble mientras que en otros lugares resulta imposible saber qué hay que hacer.