La supuesta oferta del presidente Feijoo al exconselleiro Javier Guerra para encabezar la lista del PP local al Ayuntamiento vigués en el 2015 ha causado, más que sorpresa, estupefacción.
Quien más quien menos, partiendo de que el hecho sea cierto -nadie lo ha desmentido rotundamente, como merecería la iniciativa de no haber existido- califica de intrusión la oferta y viene a confirmar la ausencia de democracia en los partidos políticos en general. Si el inquilino de Monte Pío usurpa las funciones que debían corresponder a los populares vigueses, ¿dónde está el valiente que se atrevería a contradecir en su día a tan alto dignatario del PPdG?
No es cuestión de nombres sino de comportamientos. En estas páginas una encuesta entre internautas ha calificado a varios supuestos candidatos, dando primacía en este momento, como cabía esperar, al líder municipal de los populares vigueses, Chema Figueroa y dejando en mal lugar al supuestamente elegido por Feijoo. Falta mucho tiempo para que sondeos de tal carácter puedan tener una relación directa con una calicata electoral, pero quizá sí pueden confirmar el escaso aprecio que se tiene a un eventual aspirante a la alcaldía -si él aceptara la oferta del presidente-, en el que coincide la circunstancia nada desdeñable de que ha sido el único conselleiro que no ha repetido en la Xunta. Se lo han puesto a tiro de piedra del alcalde Abel Caballero y este ha aprovechado para descalificar a Guerra.
Con escaso recorrido político, no vamos a ser nosotros quienes digamos si el empresario Javier Guerra es el candidato más idóneo para el PP dentro de dos años y medio, pero sí cabe deducir que Feijoo le ha hecho escaso favor si realmente le ha señalado con el dedo, que es la peor manera de señalar.
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