El concejal de larga vida política

Gerardo González Martín

FIRMAS

BENITO

Agustín Arca, trabajador y polémico, gozó de gran popularidad

07 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Agustín Arca Fernández (Vigo, 2 de marzo de 1926-Vigo, 22 de junio de 2003) fue uno de los concejales más activos de las corporaciones democráticas, aunque en ocasiones sus actuaciones no estuvieron exentas de polémica. Trabajó como representante de comercio y estuvo vinculado a la empresa familiar de gaseosas Arca, además de estudiar peritaje industrial hasta cuarto curso. Casado con Dolores Rial Sacco, que le dio cuatro hijos, Dolores, Agustín, Modesto y Juan Alberto, a su muerte por insuficiencia cardio respiratoria era viudo. A su desaparición, durante el efímero gobierno de Ventura Pérez Mariño, sus compañeros de corporación testimoniaron su pesar a la familia «recoñocendo a inestimable dedicación e traballo que durante a súa época con responsabilidades en funcións públicas municipais fixo a favor da cidade». Nadie podía discutirle su entrega, cuando era capaz de atender a los vecinos igual a las ocho de la mañana que a las doce de la noche y más de una vez hizo él mismo el trabajo físico necesario para solventar la demanda de unos ciudadanos. El alcalde socialista manifestó que la manera de hacer del edil fallecido había creado escuela ?aunque justo es decir que ningún supuesto discípulo se pareció demasiado a él en sus maneras- y ofreció el salón de sesiones para velar el cadáver, lo que rechazó la familia.

Había sido uno de los fundadores del Partido Popular Galego, respondiendo a su ideología democristiana, y con estas siglas desembarcó en UCD y formó en la candidatura de Víctor Moro, que muchos daban por segura ganadora de las primeras elecciones democráticas, en 1979, y efectivamente ganaron pero una coalición de partidos de izquierda y nacionalistas llevó a la alcaldía a Manoel Soto en aquella ocasión. El ourensano se mantendría en el poder más tiempo que ningún otro regidor en la historia de Vigo.

En los comicios siguientes, Arca pasó a engrosar las filas de AP y con este partido permaneció en el Ayuntamiento, aunque a los cuatro meses de constituirse el gobierno socialista, en minoría, Arca pasó al equipo de Manoel Soto, con el que se mantuvo largos años después de haberle dado la mayoría para dirigir los destinos de Vigo. Aún seguiría después también con Carlos Príncipe en la dirección del Concello.

En el puesto de mando de Servicios o en Limpieza, en las distintas encomiendas que tuvo en varios gobiernos, era incansable y las ideas le surgían a docenas. Fue quien tuvo la iniciativa de urbanizar Rosalía de Castro, cuestión pendiente durante décadas y que con el tiempo ha convertido la zona en una de las «millas de oro» de la ciudad, cuidó especialmente los parques forestales de nuestros montes, acometió algunas obras en A Bouza que empezaron a permitir el disfrute de aquel emplazamiento por parte de los vecinos, creó el parque de los volcanes en Coia, empezó a establecer las farolas fernandinas, que fueron polémicas: tenían mucha gente a su favor pero los expertos le acusaban de haber introducido un modelo de alumbrado que no tuvo nunca arraigo. Quiso cambiarle el aspecto a la Alameda-Plaza de Compostela? Entonces llegaron a motejarle como «losetas», por su afán de enlosetar cuanto espacio de tierra había. El número de pequeñas o grandes obras en el rural fueron incontables.

Arca dio un giro más y en un momento dado creó Unión Galega, un partido con muy poca vida. Su segunda oportunidad en la política local le vino dada por Manoel Soto, que en las elecciones de 1999 había sido concejal en solitario con la marca de Progresistas Vigueses y en 2003, gracias sin duda a la presencia de Arca en la lista logró dos plazas, una para el exalcalde y otra para el veterano político, que volvía a ejercer después de ocho años apartado del Ayuntamiento.

En esta ocasión nuestro personaje no disfrutó de su éxito, porque a raíz de éste enfermó y estuvo hospitalizado. Solamente intervino unos días antes de su muerte en la toma de posesión de Ventura Pérez Mariño, que le dio Arca como miembro de más edad de la corporación, a sus 77 años.

Sus funerales, en el Vigomemorial, donde fue incinerado, fueron una demostración de cómo había calado en la sociedad su labor, a pesar de que fuera discutida en algunos casos. Todas las clases sociales estuvieron presentes. Entre los más afectados, otro mito de la política municipal, Antonio Nieto Figueroa, Leri.

Manoel Soto ha elogiado mucho a lo largo de su historia a Agustín Arca, vivo este y aun muerto. Podía hablar no solo en su nombre sino en el de todo el entorno de aquel concejal. No era un hombre brillante en la exposición o el debate, pero sí el número uno en el trabajo. A su muerte le sustituyó, una figura emergente a causa del accidente del Prestige, el pescador Julio Alonso, el tercero de la lista de Progresistas Vigueses.

«Arca hubo uno pero no habrá otro», dijo Alonso, para añadir que «tenía una capacidad de trabajo impresionante que sorprendía a todos, incluidos a los que le conocíamos».

Julio Alonso le veía como un hombre que estaba siempre al pie del cañón y con el que unos días antes de su muerte había cambiado impresiones para determinar la manera en que podía ayudarle en su labor.