La comarca vivió en el 2002 una ola de solidaridad inédita
04 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.«Sentí una impotencia brutal, un dolor en lo más profundo». Así resumió la enfermera Teresa Lord, presidenta de la Asociación de Diabéticos de Santiago, lo que sintió cuando vio las primeras imágenes de Muxía -«el pueblo de mi madre, el lugar que llevo en el corazón»- cubierto por el chapapote del Prestige. Por eso no se lo pensó dos veces, cargó su coche con material médico y acudió de forma inmediata a ayudar a los voluntarios que acudieron desde todo el mundo para limpiar las playas de la Costa da Morte. Teresa Lord contó su experiencia en Radio Voz Bergantiños, igual que hicieron otros tres vecinos de la comarca que hace diez años se desvivieron, como la marea blanca de los voluntarios, porque la Costa da Morte volviese a su estado original. El profesor de Psicoloxía Social e Ambiental en la Universidade de A Coruña Ricardo García Mira; el fotógrafo y profesor de Belas Artes Manuel Sendón Trillo, y el policía local de Carballo y voluntario de la Cruz Roja Víctor Nieto Cendán, deshojaron en un animado debate los recuerdos de aquellas intensas semanas de hace diez años.
«A catástrofe abriu un proceso de dinamismo social sen precedentes na historia de Galicia», explicó García Mira, quien dirigió varios estudios e investigaciones, algunas realizadas los primeros días, sobre el impacto social del accidente marítimo. «Impulsamos unha investigación na que entrevistamos a 1.400 persoas só uns días despois do afundimento e a outras 1.400 un ano despois, e puxeron de manifesto a perda de confianza e a ruptura da credibilidade entre a cidadanía e as autoridades», explicó. García Mira, igual que sus compañeros, resaltó la mala organización de los primeros días.
«Desde el primer momento hubo una voluntad absoluta por parte de muchísima gente de echar una mano, pero una absoluta falta de organización por parte de las autoridades», destacó Víctor Nieto, quien durante semanas condujo una ambulancia de la Cruz Roja en la que trasladó a decenas de voluntarios a los centros médicos. «Los vecinos de la Costa da Morte también se volcaron muchísimo y al principio incluso nos regalaban el gasoil para la ambulancia cuando íbamos a repostar», indicó.
«Los vecinos se volcaron con los voluntarios, porque ellos salvaron nuestro mar», añadió Teresa Lord. «En contra do que se chegou a pensar, a xente da Costa da Morte se implicou moitísimo cos voluntarios e poucas veces se atribuíu tanto valor ao ben común», explicó Ricardo García Mira. «O que aconteceu tralo afundimento do Prestige foi un exemplo de solidariedade pouco común», coincidió Manuel Sendón, quien recogió en Cuspindo a barlomento, una enorme colección de imágenes de aquellos días. «A espátula e a cámara eran difíciles de coller ao mesmo tempo e decidín deixar testemuña de todo o que aconteceu eses días», explicó.