Fuiste, estimado juez, profeta en tu tierra. Recibiste el premio Ourensanía que, como dijo Baltar, el titular de la Diputación que lo promueve, nace para expresar un sentimiento y una forma de ser y estar. No podía haber mejor ejemplo que tú, que estás fuera de la provincia desde que dejaste la Merca natal en la que tu padre sembró cultura y educación entre varias generaciones. Tus virtudes en la lucha contra el narcotráfico te granjearon la admiración de Galicia y piropos tan sonoros como el de Garzón gallego (cuando Garzón era Garzón) o el de Robin Hood. Has mostrado una modestia típica de los grandes hombres en el discurso («non o recibo como un recoñecemento senón como un compromiso») durante el acto institucional que tan sólo politizó el vacío que te hicieron los representantes del PSOE y BNG. Ourensanía, dijo Baltar, es un concepto integrador, plural, abierto y tolerante pero, querido juez, el valor a los términos se lo damos las personas. Y una parte del Ourense oficial no quiso aplaudir al hombre de bien que trabaja por y para la sociedad al margen de credos y banderas.