La arquitecta Áurea Soto compareció en el salón de plenos del Concello de Ourense para dar lecciones de periodismo. Lo hizo portando un fajo de periódicos, una metáfora de papel burda y demagógica con la que parecía querer decir que la libertad de información se mide al peso. A Áurea Soto (y por tanto a los socialistas del Concello de Ourense) no le parece bien que los medios de comunicación cumplan con su deber de mantener informados a los ciudadanos. No le parece bien que los titulares recojan las actuaciones administrativas «notoriamente incorrectas» (lo dice la sentencia del caso de los paneles, no lo digo yo) que tuvieron lugar en el Concello de Ourense. No le parece bien que pasen por rotativa las decisiones de fiscales y jueces, que fueron los que decidieron imputar, acusar y finalmente absolver a Sánchez Vidal, García Mata y Cortón. Por lo que se ve, Áurea Soto (¿ergo el gobierno local de Ourense?) preferiría hurtar a los ciudadanos el relato de las cosas que pasan... si esas cosas no le convienen.
Supongo que, con la misma vara de medir, la socialista no está de acuerdo con que todos los españoles estuviéramos, en su momento, al tanto de cuántos trajes tenía Camps, ese señor valenciano del PP que también salió absuelto.
La Justicia ha decidido que los implicados en el caso de los paneles son inocentes. Aunque la sentencia no es firme (y será recurrida) pueden, ellos y quienes les rodean, hacer bandera de la resolución judicial. Pueden sentirse satisfechos. Tienen todo su derecho. Otra cosa es querer pasar de acusado a víctima.
Muchos son los que estos días hablan de juicio mediático. Pero este es un debate corrompido por los políticos. Porque el juicio mediático no es tal. Los periódicos ni imputan, ni acusan ni condenan. Simplemente ponen a disposición de los ciudadanos, en un ejercicio democrático, la información para que la valoren. Ya están los profesionales, en último término, para decidir si las actuaciones (en este caso de cargos públicos) van en contra de la ley. La propia Áurea Soto, pero también el alcalde de Ourense y los políticos implicados en el caso de los paneles, no asumen que con el cargo, con la nómina, va la lupa: la que pueden poner sobre ellos los ciudadanos y los periodistas.