Treinta años descubriendo fósiles en las montañas lucenses

Francisco Albo
Francisco Albo MONFORTE / LA VOZ

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Aurora Grandal con la réplica de un esqueleto de oso cavernarnio en el museo de Quiroga.
Aurora Grandal con la réplica de un esqueleto de oso cavernarnio en el museo de Quiroga. Alberto lópez< / span>

En 1982 empezó la busca de restos biológicos prehistóricos en la zona

17 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña espera disponer antes de finales de año de los datos de la secuenciación del ADN del fósil humano más antiguo de Galicia, hallado en una cueva de O Courel a comienzos del 2010 y al que el análisis con carbono 14 asignó una edad de entre 8.000 y 10.000 años. Con ello se dará un importante paso en una larga y compleja investigación que comenzó hace ahora treinta años.

Fue en 1982 cuando el referido instituto inició la búsqueda planificada de fósiles en las cuevas calizas de la montaña lucense. Hasta entonces -según indica su director, Juan Ramón Vidal Romaní- en Galicia apenas se habían localizado restos biológicos de épocas prehistóricas, exceptuando algún hallazgo casual, como unos molares de mamut encontrados en una cantera de O Incio en 1961. «Había incluso quien pensaba en el territorio gallego nunca se podrían descubrir y estudiar fósiles, porque las zonas calizas, las únicas que pueden conservar vestigios tan antiguos, ocupan una superficie bastante reducida en el noroeste», explica.

El instituto universitario empezó sus investigaciones a raíz de algunos hallazgos fortuitos de huesos hechos por espeleólogos -principalmente por Manuel Díaz- en cuevas de las sierras de Os Ancares y O Courel. Las primeras cavidades estudiadas fueron las de Cova Eirós (Triacastela), Purruñal y Valdeabraira (ambas en Pedrafita do Cebreiro), en las que se encontraron restos de osos y ciervos prehistóricos.

Primeras aportaciones

Entre los primeros estudios sobre estos hallazgos destacan los de los paleontólogos Aurora Grandal d?Anglade -que sigue estudiando hoy estos yacimientos- y Fernando López González. En aquella etapa inicial también realizaron importantes contribuciones las investigadoras Maite Alberdi y Juana María Golpe, así como el el ingeniero de minas Trinidad José de Torres, que tendría un papel destacado en el descubrimiento de los yacimientos de Atapuerca.