El rechazo al microchip y la crisis vacían los montes de caballos

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

Manuel Patiño, criador de caballos de barro
Manuel Patiño, criador de caballos de barro RAMON LEIRO

Cotobade, el Xiabre y el Castrove pierden la mayor parte de sus cabañas

02 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Los caballos sueltos en el monte son una parte del imaginario común gallego que está a punto de desaparecer, al menos en gran parte de sus reductos en la provincia de Pontevedra. El Xiabre, el Castrove, Cotobade y la Serra do Suído han perdido en los últimos años la inmensa mayoría de sus cabañas. En algunos de estos sitios, el descenso es tan brutal que ha provocado la disolución de asociaciones de propietarios, como en el Xiabre, o a crear serios problemas para la celebración de rapas das bestas como en Cuspedriños. Los ganaderos aducen, sin fisuras, a la crisis y al microchip como causas principales de esta espectacular debacle.

Las cifras, aportadas por los propios criadores, hablan por si solas. Un portavoz de la asociación Monte Castelo, de Cotobade, explicó que hace varios años había entre 200 y 240 bestas en sus montes. Hace dos años ya solo eran 180 y el pasado 105. Ahora solo quedan dos propietarios en la zona y para organizar la rapa de este verano, los aloitadores tuvieron que recurrir a las bestas sueltas en el monte y que carecían de marcas para juntar un número en el cercado. En total, 60. Una cifra ridícula.

En el Xiabre hace cuatro años que desaparecieron las grandes manadas de caballos, de los cientos que poblaron este monte entre Vilagarcía y Caldas. El Castrove, otra cumbre emblemática, experimenta la misma situación. De entre 200 y 300 apenas quedan 60 equinos mostrencos. «Os demais vendéronse para carne», indica un propietario. En el Gagán, la cabaña nunca fue grande, pero también nota pérdidas. Y en la Serra do Suído, este año, la cifra de animales vendidos superó los mil.

De toda la provincia de Pontevedra, solo Amil resiste el envite. La asociación cabalar Monte Acibal señala que en los últimos tiempos solo habrían cambiado el monte por el matadero unas veinte bestas. Los morañeses aún tienen entre 200 y 300 en estado semisalvaje.

La devaluación del precio de los equinos, que valen menos que un par de buenos zapatos, a lo que se suma el marcaje con el microchip y la consiguiente firma de un seguro de responsabilidad, ha desanimado a los ganaderos de la provincia. Pontevedra se queda sin caballos y la marea sigue subiendo contra sus ya mermadas poblaciones.

«Co choio do microchip, a xente se desfai deles», señalan desde Amil a la hora de valorar lo que pasa en otras zonas de forma imparable. «Todo iso ocurre desde que está o do microchip, antes que pagalo, a xente vende as bestas. Ademais poñen moitos requisitos para abrir explotacións, tantos que desaniman á xente», inciden desde Cotobade.

Por su parte, la Consellería do Medio Rural, tiene una visión distinta sobre esta situación. Considera que el microchip, además de una obligación legal, sirve para «acadar un equilibrio de dereitos e deberes entre todos os interesados» y recalca que sufraga parte del coste. Este ordenamiento de la ganadería es urgente. Demasiadas fincas en Galicia han sufrido los daños de caballos sueltos de los que no se pudo identificar el dueño.